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Dossier 9 - Una historia de desencuentros: las relaciones entre Europa y el Estado de Israel

Postales de una relación tensa

Por Damián Szvalb

(Desde Buenos Aires)

La perpetuidad del conflicto en Medio Oriente es el más claro resultado de la política de demonización y aislamiento que gran parte de Europa le ha inflingido a Israel a lo largo de la historia y que se ha exacerbado desde el inicio de la denominada �Segunda Intifada�, en septiembre de 2000. Por eso nadie puede sorprenderse ante la afirmación que dice que gran parte de la culpa de que la guerra entre israelíes y palestinos no termine sea de los europeos.

����������� A Europa le llevó casi 25 años desprenderse de los tabúes que no le permitían atacar a Israel por el recuerdo de lo que fue el exterminio de millones judíos durante la segunda guerra mundial en su territorio. Y no hay duda de que el desarrollo del conflicto entre israelíes y palestinos les sirvió a los europeos para exonerar las culpas de aquella tragedia generada y perpetrada por ellos mismos. Y lo hacen a través de un ejercicio intelectual que inunda al mundo: la simplificación de los hechos históricos para generar comparaciones impresentables e inmorales. Así es como el accionar de Israel en Gaza y Cisjordania es calificado como �nazi�. Europa le exige a Israel lo que a nadie: un comportamiento ético y ejemplar que ellos nunca tuvieron cuando pasaron situaciones similares. No pueden olvidarse de cómo ellos enfrentaron al terrorismo y buscan lavar sus culpas condenando a Israel. Y no está mal que identifiquen a Israel como un único país que debe mantener a toda costa su espíritu democrático, aún en medio de tantos fanatismos y dictaduras. Pero lo que también deberían hacer es dejar de hacerles el juego a los palestinos diciéndoles que siempre pueden pedir algo más para firmar el fin del conflicto. El entonces gobierno socialista español de Felipe González apoyó a los GAL, grupos paramilitares que combatieron a ETA alejados de las leyes de la democracia. Ni que hablar de los franceses que masacraron a miles de civiles en Argelia y los británicos que torturaban a quienes sospechaban de ser terroristas del IRA. En términos de la más estricta teoría, Europa no soporta que Israel lleve sus políticas frente al terrorismo al extremo del realismo y que lo enfrente de una manera concreta, y prefiere imponer la política del apaciguamiento, cargada de idealismo que dice que lo mejor que hay para combatir al terrorismo es la no provocación. Todas estas diferencias se profundizaron después del 11 de septiembre de 2001, cuando EEUU se tomó conciencia del peligro terrorista y adoptó una posición parecida a la israelí: al terrorismo se lo combate y no se lo recompensa. Este acercamiento con los Estados Unidos enfureció aún más a los europeos que hacen lo posible por marcar diferencias con las políticas de Bush en la región. Son muy pocos los líderes europeos, y ni que hablar de la opinión pública, que no desprecie el modo de vida norteamericano, alejado de la elevación cultural que ostenta Europa. Israel es considerado una continuación de ese imperio pero nadie se detiene a pensar unos segundos sobre los orígenes de esta identificación: EEUU no tiene deudas morales con los judíos y no carga con la historia de persecuciones y asesinatos europeos.

Además, vuelve a aparecer la política real porque Israel, al igual que cualquier país, no tiene amigos sino intereses. �Con qué otro aliado puede contar Israel que no sea EEUU? Un país que siempre ha respondido cuando Israel necesitó algún respaldo luego de ser aislado por el concierto de las naciones. Serían incontables las condenas que Israel sufriría si EEUU no ejerciera su poder de veto. También es importante recordar que la relación entre Israel y EEUU se consolidó recién después de la guerra del �67, cuando los europeos, en palabras de Charles De Gaulle, se cansaron de la �soberbia israelí�. Europa reconoce que Israel nació desde lo más profundo de su vida cultural y política y cree que esa idiosincrasia ha sido traicionada. No les alcanza con ver a Israel como un Estado más y le exigen conductas éticas morales que no parecen importarles en los otros 191 estados soberanos que existen el mundo. La guerra de los Seis Días fue el hecho histórico que funcionó como una bisagra en esta relación entre Europa e Israel, el momento en que se invirtieron los roles. La ocupación de territorios y la desproporcionada relación de fuerzas entre israelíes y palestinos hicieron el resto. Todo esto cambió la mentalidad europea y nunca más se modificó.

Quizás el mayor daño de esta posición intransigente europea lo sufren los israelíes que más cerca están de las ideas que identifican a la Europa iluminada: desde el campo de la paz, en Israel y desde la izquierda sionista, se pueden acompañar las críticas de la intelectualidad europea a la política de los gobiernos israelíes, pero nunca aquellas que cuestionan la legitimidad del Estado y que ofenden la historia de los judíos. Además, las elites intelectuales y académicas europeas han boycoteado la presencia de sus colegas israelíes en las universidades y centros de estudio europeos, marginándolos del debate y de la producción científica. Europa ve en Israel todos los conflictos que ya empezaron a ser familiares para ellos. El más visible es el terrorismo fundamentalista que no reivindica territorios o cuestiones políticas sino que busca destruir los valores occidentales. Y esto no es una interpretación: lo dicen ellos abiertamente. Este asunto está relacionado con los límites que tienen las democracias liberales (en el sentido europeo de la palabra) para combatir este tipo de terror. En medio de la apertura de sus fronteras internas, con la ampliación de la Unión Europea, a Europa pareció sorprenderla la masacre de Atocha. Y más allá de las explicaciones lineales sobre las causas de ese atentado, y aunque no lo declamen, los líderes europeos ya se empezaron a dar cuenta que �las excusas� del terrorismo pueden ser infinitas. Y esto, mezclado al desplazamiento de millones de personas que buscan respuestas económicas desde las zonas más marginales del mundo, está generando medidas de seguridad y de prevención mucho más duras y que atentan contra los derechos individuales de las personas, valores democráticos que Europa se preocupa tanto de defender en otras partes del mundo. El otro tema que asusta es la convivencia con millones de musulmanes que tienen una característica que los diferencia de otras minorías, y es que no son integracionistas. La decisión de prohibir el velo desnuda las limitaciones que tiene Francia para detener esta expansión y preservar la educación laica aunque no está muy claro en qué afecta al espíritu de la enseñanza que las chicas musulmanas vayan o no con velo al colegio. La reconstrucción de la relación sólo será posible en la medida de que Europa se comprometa de lleno en el proceso de paz entre israelíes y palestinos y que, como bien dijo alguna vez el ex canciller israelí Shlomo Ben Ami, dejen de palmearles la espalda a los palestinos aconsejándoles que siempre pueden pedir un poco más. La solución pacifica del conflicto cerrará la etapa más negra de las relaciones entre Israel y Europa.

 

En el ojo del Huracán

Por Sabrina Gelman

(Desde Caracas, Venezuela)

De ser uno de los actores más discretos, un simple observador en del proceso de paz entre palestinos e israelíes, la hoy afianzada Unión Europea a pasado a transformarse en uno de los elementos con mayor influencia en la configuración de la geopolítica contemporánea, y a ser un miembro clave de ese cuarteto que busca asentar las bases para lograr la paz en la convulsionada región del Medio Oriente.

Madrid, 30 de Octubre de 1991. El Primer Ministro de Israel Itzhak Shamir y el líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasser Arafat, se reúnen para asistir a la apertura de la Conferencia de Paz para el Medio Oriente. Con la presencia de representantes y mandatarios de países como Siria, Líbano, Jordania, Egipto y el Reino de Arabia Saudita, el encuentro, encabezado por el Primer Ministro de España, Felipe González, el representante de la Comunidad Europea, Hans van den Broek, y los presidentes, George H. Bush y Mijaíl Gorbachov, significó la reestructuración de un proceso de paz que, a pesar del éxito obtenido en Washington, en 1978, vio incrementado el grado de hostilidad durante la década de los ochenta. Frente la caída de la Cortina de Hierro, el fortalecimiento de la Comunidad Europea era inminente, y la paz entre palestinos e israelíes se volvió un tema prioritario para las naciones del viejo continente. Por eso fue que aquel día de octubre, en la ciudad de Madrid, el escenario y las condiciones comenzaron a cambiar. El rol de la nueva Europa frente a este conflicto comenzaría a enfocarse hacia una posición más activa y menos observadora, como la que había tenido en el Consejo Europeo de Venecia en1980. La otrora comunidad pasó a ser una alianza de países que a futuro, no sólo se transformaría en un área de Libre Comercio, sino que, en virtud de la apertura de las fronteras, comenzarían a visualizar el problema árabe- israelí de una manera distinta, como un foco de riesgo para la seguridad de la región (la zona del Mar Mediterráneo es una frontera compartida por tres continentes, cuya posición estratégica sirve para el flujo de armamento, dinero y personal relacionados con actividades terroristas) La Convención de Madrid y los Acuerdos de Oslo de 1993 fueron discretas jugadas diplomáticas que introdujeron a Europa como un elemento a considerar dentro el mapa de la negociación. Mientras en 1993 se desarrollaba en la clandestinidad el intercambio epistolar entre Yasser Arafat e Yitzhak Rabin, la UE comenzó a orquestar un proyecto de Política Exterior de Seguridad Común Europea.

El objetivo de este plan de seguridad, motivado por la guerra en los Balcanes, era hacer de la UE un organismo de envergadura internacional, capaz de plantear una posición en torno a los conflictos armados y los asuntos humanitarios. Esta Política de Seguridad Común adquirió matices preponderantes en torno al conflicto en el Medio Oriente, cuando el 27 y 28 de noviembre de 1995, los 15 miembros de la UE y las 12 naciones que conforman la región del mediterráneo se reunieron el la ciudad española de Barcelona para llevar a cabo lo que se conoce como el Proceso de Barcelona. Un convenio Euro- Mediterráneo que tiene como principio abrir un Área de Libre Comercio en la región, a fin de afianzar los lazos económicos y garantizar el desarrollo sostenible entre estos 27 países, en un ambiente de estabilidad y democracia.�� Dada la proximidad de Europa con el Líbano, Siria, Israel, Jordania, Libia y la Autoridad Palestina, el proceso de paz se convirtió en un hecho prioritario para la unión, y dejó de ser un factor aislado dentro del conflicto para convertirse en una de las llaves que pueden abrir las puertas de su resolución. Esto dio pie a que en 1999 la Política de Seguridad Común entrara en vigencia, en virtud del Tratado de Ámsterdam que comenzó a regir en 2003. Ese mismo año este bloque europeo fue tomado en cuenta para conformar un importante cuarteto integrado por las Naciones Unidas, Estados Unidos y la Federación Rusa, en aras de impulsar el proceso de paz entre israelíes y palestinos a través de la Hoja de Ruta, y para encaminar los proyectos acuíferos, agrícolas y energéticos, que muchos países europeos tienen con las naciones árabes y el Estado de Israel. En el año 2004 diez nuevos miembros se integraron a las filas de esta potencia mundial, cuyas proyecciones para el futuro son más que favorables. A pesar de la incertidumbre que genera romper con las barreras fronterizas y culturales, compartir una moneda e incluso la posibilidad de un ejército en común, la UE cobra cada día más fuerza al momento de evaluar un conflicto o un evento internacional, porque, dada su naturaleza, es la única que tiene la capacidad de sobrevivir en el ojo de un huracán llamado Medio Oriente.

 

La importancia de la cooperación europea

Por Daniel Maoz*

(Desde Jerusalem, Israel)

Las relaciones entre el Estado de Israel y Europa atraviesan una etapa que, desde el punto de vista político, no es la mejor en su más de medio siglo de historia. Una variada cantidad de factores así lo han determinado, sea por decisión Israelí o por enfoques Europeos distantes de Israel. Debido a la importancia central de algunos de ellos, este documento propone centrarse en dos causantes básicos del actual deterioro en las relaciones Europa-Israel.

����������� �El primer eje de deterioro radica en los preconceptos y prejuicios a través de los cuales ambas partes se relacionan con el otro. Durante décadas, la �Orientación Americana� dominó y domina hoy día la concepción estratégica Israelí. Por su parte, Europa se muestra crítica hacia Israel respecto al manejo del conflicto con los Palestinos desde el año 2000, pero también durante los años de negociaciones políticas con la Autoridad Palestina, entre 1994-2000, las relaciones atravesaron momentos de tormenta política.

����������� El segundo eje, a través del cual se puede apreciar el deterioro de las relaciones políticas entre las partes, se deriva lógicamente del primero y es aquel que atraviesa el carril político. Las diferencias políticas entre ciertos países europeos e Israel hacen difícil una mayor cooperación y entendimiento sobre asuntos centrales en la agenda política Israelí, y un ejemplo típico son las visiones encontradas sobre el conflicto árabe-israelí, y en particular sobre la actual �Intifada�, que lleva ya casi 48 meses. Además hay mucha efervescencia política, mucha tensión y poco diálogo entre Europa e Israel.

 Un poco de Historia

����������� Israel siempre aspiró a apoyarse en sí misma y a no depender de una nación extranjera en aspectos vitales de su existencia, como seguridad nacional y alianzas estratégicas. Claro que en la práctica, la situación es distinta. Hoy día, ya lejos de la Guerra Fría, difícil se nos hace hablar en términos de un mundo bipolar, dividido en dos grandes bloques políticos, encabezados por Estados Unidos y por la Unión Soviética.

����������� �La realidad asimétrica que dominaba las relaciones Israel-Países Árabes, en cuanto al acceso a recursos materiales, sumado al apoyo militar, civil y económico del bloque soviético, obligó a Israel a balancear esta diferencia a través de un acuerdo, pacto político-militar de algún tipo, con una potencia mundial.

 ����������� En los años �50, las relaciones cercanas y estratégicas entre Israel y Estados Unidos2 no se daban por sobreentendidas, sino que, por el contrario, Israel y Francia, a través de intereses comunes, internos y externos, disfrutaron de una alianza que trascendía el alcance militar. Por supuesto, el aspecto militar fue el que dominó los intereses mutuos, y como ejemplo podemos citar la transferencia de ayuda significativa de Francia hacia Israel en el campo nuclear. Además, acuerdos de cooperación económica, científica, educativa, intercambio universitario y turismo formaron parte de las complejas relaciones entre ambos países.

 ����������� La influencia francesa en la política exterior Israelí de los años '50, que duró hasta mediados de los '60, fue reemplazada por la influencia americana. Este proceso de �transferencia� de una hacia otra estuvo acompañado por una intensa discusión ideológica entre los lideres israelíes. Uno de los participantes de aquella diferencia ideológica era un joven que se desempeñaba como Director General del Ministerio de Defensa, y de hecho Vice-Ministro de Defensa, y a su vez, muy allegado a Ben Gurion. Este joven, hoy líder de la oposición y del Partido Laborista, Ex Primer Ministro en dos ocasiones, Simón Peres, se opuso a la postura cambiante Israelí en favor de Estados Unidos y abogaba a favor de la continuación de la orientada hacia Francia. Yitzhak Rabin, por su parte, alto miembro del Estado Mayor del ejercito Israelí en aquella poca, sostenía que Europa se encontraba en decadencia y que Estados Unidos dominaba la política mundial y, por lo tanto, hacia allí debía orientarse Israel. En este tema, ambas figuras se enfrentaron, pero serian ambos quienes, entre los años 1992-1995, llevarían a cabo una política balanceada y de mejora en las relaciones con Europa. Es importante aclarar que fue Peres el pensador e ideólogo de la orientación francesa en la política exterior Israelí en los años �50, y que sería Rabin quien, en los �60, influiría sobre el Gobierno del Primer Ministro Levy Eshkol para que este adoptase una política de acercamiento intensivo con Estados Unidos, a cambio de recibir la posibilidad de comprar de armas en el mercado americano.

 Desarrollo

����������� Israel y Europa, a pesar de sus diferencias, también poseen puntos de interés mutuos, que deben ser aprovechados en el futuro. Estos aspectos de interés mutuo pueden dar un aliento a la mejora de las relaciones entre Europa� e Israel. Es necesario definir qué es Europa hoy en día, a comienzos del siglo XXI y, en base a esa definición, desprender las afirmaciones.���

���������� Europa representa en el año 2004 mucho más que un pequeño grupo de países o potencias occidentales. La ampliación de la Unión Europea a Europa del Este y la unión de la mayoría de los ex países del bloque soviético en abril de 2004 refleja la complejidad de relaciones entre esa integración internacional europea.

���������� Sería un error basar las relaciones de Israel y Europa en las respuestas de Francia a Israel en el campo político. Israel posee relaciones diplomáticas con toda Europa, tanto oriental como occidental. Acuerdos de libre comercio y disminución de tarifas existen a nivel bilateral y multilateral entre Europa e Israel, especialmente luego del vuelco producido desde 1993 y el acercamiento llevado a cabo por la Administración Rabin-Peres. Sin duda cabe señalar la importancia del impacto positivo que significó la relativa normalización de las relaciones entre Israel y los palestinos por una parte, y el acuerdo oficial de paz entre Israel y el Reino Jordano. Respecto a este punto, también algunos países árabes, otrora enemigos de Israel, vieron en su vecino un puente capaz de acercarlos a Europa para recibir de allí ayuda económica-política. La situación de aislamiento internacional que sufrió Jordania luego de la guerra del Golfo Pérsico, en 1991, como consecuencia de su apoyo a Saddad Hussein, sumada al daño económico por aquel acto político erróneo, llevó al Rey Husein de Jordania a tomar en 1994 la decisión de llegar a una cuerdo de paz oficial con Israel. Desde aquella época, Jordania vio incrementada la ayuda económica europea

 ���������� Este punto, el de Israel como intermediario para países en mala posición económica a la hora de acercarse a Europa, debe ser tenido en cuenta.. Por supuesto, Israel puede disfrutar de aquellos frutos en mucha mayor medida.

Campos de Interés Común

����������� Es importante destacar 4 aspectos en los cuales observamos una convergencia del interés europeo e Israelí, por lo menos a nivel teórico.

���������� �El primero radica en el hecho de la aceptación y cierto grado de autoridad con que se ve y califica a Europa en el ámbito político ante los ojos de la población árabe y de su liderazgo. La legitimidad y la autoridad, quien quiera llamarla moral, que posee Europa ante los ojos del mundo árabe es indescriptiblemente superior a la norteamericana. La falta de credibilidad americana se hace evidente en el rechazo y odio popular existente en el mundo árabe, dentro y fuera de Medio Oriente, y por diversos motivos, contra esa potencia. No es objetivo de este artículo analizar este tema, pero uno de los causantes de la problemática radica en la actual estadía norteamericana en Irak.

 ����������� �El argumento que se intenta desarrollar se apoya en la idea del papel que puede ocupar la Unión Europea como �tercera parte� en el proceso de mediación entre israelíes y palestinos. La mediación europea no debe ser rechazada de plano por ninguna de las partes involucradas en este conflicto, menos cuando las partes atraviesan un conflicto armado y una absoluta carencia de confianza, elemento primordial y básico para encarar negociaciones de cualquier tipo. La Unión Europea puede ejercer el papel de inversor y apoyo económico, a través de mecanismos de manejo y distribución del dinero en forma clara, evitando que esos recursos deriven en manos de organizaciones terroristas, o líderes políticos que los deriven a las mismas.

 ����������� Segundo: Israel debe considerar a Europa como un futuro marco de integración política y económica y no puede desperdiciar la oportunidad de pertenecer al mismo. La orientación americana de la política exterior de Israel, pero además de la política de seguridad de Israel, y su importancia estratégica a largo plazo, no debe alejar a Israel de marcos de cooperación económica-política con el conjunto de los países europeos, más precisamente, con la Unión Europea.

 ����������� Tercero: tanto Israel como Europa enfrentan dos amenazas a su seguridad.

����������� Por un lado, los intentos de países enemigos de Israel de lograr capacidad nuclear, más claramente el de Irán, también conllevan un claro elemento de peligro para Europa.

����������� A pesar del peligro que la capacidad nuclear iraní significa para Europa, son ellos quienes poseen buenas relaciones con el régimen del país persa. Países como Alemania y Francia, a través de una presión israelí clara, pueden obtener sanciones económicas contra Irán en caso de no responder a las demandas del a Comunidad Internacional, encabezadas por Europa.

 ����������� Por otro lado, el peligro del terror masivo se hizo evidente en Europa, ya sea tanto en los atentados en Turquía durante 2003 como el del 11 de marzo de 2004 en España. Aquí es Europa quien debe entender que la amenaza del terror internacional cae también sobre ella, y que la cooperación con Israel, quien posee experiencia y medios en el combate del terror� con éxitos sin precedentes, es una tarea central y obligada. Medios como el intercambio de información en tiempo real, protección de embajadas y consulados o aviones de líneas aéreas, lucha contra las organizaciones financieras complejas que apoyan el terror pueden ser algunos de los aspectos de colaboración mutua, entre Israel y Europa.

 ����������� Como cuarto elemento de interés común se encuentra el antisemitismo creciente en Europa. La responsabilidad histórica que lleva consigo Europa respecto al Holocausto sufrido por el pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial, no cesará. Las manifestaciones de antisemitismo en Europa, todas sin excepción, aun particularmente las de mayor intensidad vistas en Alemania, Francia y Bélgica durante 2003, demuestran que la lucha contra el mismo es conjunta. Más aún, al observar la relación existente entre antisemitismo y conflicto en Oriente Medio, con el hecho de que pequeños grupos extremistas dentro de la población musulmana europea se encuentren entre los motivadores del nuevo antisemitismo, remarca la importancia del papel positivo que puede jugar Europa ante este problema.

 Conclusión

����������� Según los cuatro elementos de interés común entre Europa e Israel, es evidente que son ambas las partes que deben realizar concesiones para profundizar la colaboración. Será el tiempo, junto con las decisiones políticas y sus consecuencias e impactos, las que podrán juzgar cuál fue el rumbo que tomó la antigua relación histórica entre Europa y el pueblo judío, representado por el Estado de Israel.

 1. Este concepto posee su historia en Israel, y como tal, demuestra la decisión consensuada y racionalmente tomada por los líderes israelíes a través del tiempo. Ben Gurión, primer ocupante del cargo de Primer Ministro, hizo referencia a la necesidad estratégica Israelí de alinearse con los Estados Unidos, luego del fracaso político Francés-Británico en la conquista del Canal de Suez, en Octubre 1956.

 2. Estas relaciones pasaron a ser calificadas por líderes de ambas naciones como �especiales�, desde mitad de la década de los �60.

 *El autor es estudiante de Relaciones Internacionales e Historia del Pueblo Judío en la Universidad Hebrea de Jerusalem.

�Si la Unión Europea cambiara la actitud hacia Arafat estarían ayudando a fortalecer la oficina del primer ministro palestino, una invención --en definitiva�europea�

Por Joaquín Mirkin

(Desde Madrid)

Víctor Harel --nacido en Uruguay-- es uno de los diplomáticos israelíes que mejor conoce �la cocina� de las relaciones entre la Unión Europea e Israel. Ha sido el representante israelí ante la UE, en Bruselas, durante los últimos años, antes de ser recientemente nombrado Embajador de Israel en España. Harel atendió a �Horizonte� en su despacho personal de la representación diplomática israelí, en Madrid, en el lujoso barrio de Salamanca.��

Cuál es el estado de las relaciones políticas actuales entre la UE y el Estado de Israel luego de la difusión del Euro barómetro (la encuesta publicada a fines de 2003) según cuyos resultados Israel es la mayor amenaza para la paz y la seguridad internacional?

����������� Desde la difusión de aquella encuesta han sucedido una serie de hechos y actividades que marcan las relaciones entre Israel y la UE hoy en día, unas relaciones que han conocido, en general, altibajos. En estos momentos estamos viendo una relación cuesta arriba. Hemos dejado atrás lo del Euro barómetro. Gran parte de Europa ha llegado a la conclusión de que aquello de la encuesta había sido un error de importancia. Habían hecho una lista de 15 países que no se correspondían en forma alguna con la realidad, y al mismo tiempo habían enterrado un informe sobre el antisemitismo en Europa, pedido por la misma UE. De ahí que estos dos hechos juntos llevaran a la UE a un cierto período de retrospectiva interna. A partir de ese momento hemos visto una serie de actividades que muestran que estamos yendo cuesta arriba en las relaciones. Mencionaría, en primer lugar, el simposio o seminario sobre antisemitismo organizado en Bruselas y encabezado por el mismo Romano Prodi. El hecho de tener un seminario de esta naturaleza conduce a una mayor motivación y sensibilización sobre el tema, que es fundamental. En segundo lugar, una delegación muy importante de la Comisión de la UE viajó a Israel para tratar en forma muy específica el tema más candente hoy en día entre la UE e Israel: lo que se denomina como política de buena vecindad más allá del enlargement o ampliación (a partir del 1 de mayo de 2004). Una política que incluye países que van más allá de la ampliación al este europeo, entre ellos Israel, y que tiene cierto significado en el terreno práctico. Una delegación de expertos viajó a Israel para ver cuáles pueden ser las áreas en las cuales aumentar la cooperación entre Israel y la UE, fundamentalmente en el campo económico, social y cultural. Hemos logrado un plan de trabajo muy adecuado. El tercer punto que mencionaría es el problema de la valla (security fence) Aún cuando sabemos que la UE critica a la valla, no todos atacan su concepto. Hay países como Alemania o España que aceptan el hecho de que Israel tiene el derecho a defenderse, pero tienen problemas con respecto a su ubicación. Sin embargo, lo que todos los países de la UE han estado de acuerdo es en el hecho de que el Tribunal de la Haya no es el lugar adecuado para tratar el asunto, y por ello se abstuvieron en la Asamblea General de Naciones Unidas (en diciembre) Consideran que la Corte de la Haya no es el lugar adecuado para tratar un asunto eminentemente político. Este escenario crea una atmósfera de relativa calma, luego de haber tenido todo tipo de crisis y momentos de tensión. Pero agregaría un último punto: la excelente presidencia italiana de la UE. Por una serie de razones, y en particular desde el punto de vista de Israel, ha sido una de las mejores presidencias de la UE. Unas relaciones cercanas, de muchísima coordinación y de entendimiento.

Tiene el Estado de Israel una política exterior común hacia la Unión Europea o una política exterior diferente hacia cada país miembro?

����������� Es muy difícil para nosotros tener una política común para la UE, ya que hay lazos bilaterales de Israel con Europa que son muy diferentes unos de otros. Nuestras relaciones con Alemania, por ejemplo, son particulares, especiales, diferentes, y podemos utilizar muchos calificativos, pero están en un mundo aparte. Están basadas en seis millones de razones diferentes. El compromiso histórico de Alemania con Israel es muy diferente del compromiso que tienen Finlandia o Grecia, por citar algún ejemplo. Luego está el asunto de la guerra en Irak. Para Israel no se trata de un debate académico o virtual sino que es un tema bien real por la participación de Irak en todas las guerras. La eliminación del régimen de Sadam Hussein se ha traducido para Israel en una serie de consecuencias sumamente positivas en el área estratégica. Si una cierta Europa, como por ejemplo el Reino Unido o España, adoptan una actitud anti Sadam Hussein hasta el punto de llevarlo a cabo en el terreno mismo, obviamente nuestra posición será diferente que con los países que se oponen completamente a la guerra, y a cualquier tipo de actividad de este carácter. De allí que no es posible hablar de una política israelí hacia la UE, como tampoco se puede hablar de una política exterior común hacia la UE en todos los aspectos. Nuestra política y nuestras relaciones, por tanto, se dan con matices (a veces importantes) de país a país.

 

Tras la desaparición del régimen iraquí, y sobre todo hablando desde el punto de vista estratégico, �por qué no prospera la Hoja de Ruta? �cuáles podrían ser las medidas a tomar por el gobierno israelí hoy para hacer avanzar las negociaciones de paz?

����������� La Hoja de Ruta es un proceso gradual en el cual hay tres etapas. Además, hay que examinar los resultados de cada etapa para pasar a la etapa siguiente. La primera parte de la Hoja de Ruta habla de llegar a una estabilidad y a una cierta tranquilidad en el aspecto del terror. Es decir, la lucha del terrorismo debe ser una responsabilidad básica de la Autoridad Palestina, cosa que no se está llevando a cabo en la práctica. De allí que no se pueda avanzar en ese sistema gradual y paulatino de la Hoja de Ruta mientras no se lleve a cabo la primera fase: la lucha contra el terror. Aquí reside uno de los puntos de diferencia entre Israel y la UE en relación a lo que hablábamos anteriormente: el tema de Arafat. Mientras nosotros vemos a Arafat como parte del problema, y no como parte de la solución, la UE continúa viendo en Arafat un interlocutor válido, alguien a quien hay que seguir considerando una pieza clave dentro de este proceso. Por eso continúan hablando con él, visitándolo. Nosotros creemos que es una equivocación. Si la UE cambiara la actitud hacia Arafat estarían ayudando a fortalecer la oficina del primer ministro palestino, una invención --en definitiva�europea

 

Qué respondería usted a quienes plantean (como lo hacen analistas y medios de comunicación) que la política actual del gobierno israelí en materia de seguridad ha sido un fracaso?

����������� Yo diría que es imposible juzgarlo en esos términos. Es cierto que el número de víctimas israelíes en estos tres años y medio de Intifada no tienen precedentes. Pero el terrorismo palestino ha llegado a un nivel sin precedentes y no conocido anteriormente en cuanto a los cientos y cientos de potenciales terroristas suicidas palestinos que están dispuestos a cometer actos de terror. El gobierno de Israel, encabezado por Sharón, ha hecho todo lo posible para ejercer el derecho de autodefensa, incluyendo acciones selectivas, destrucción de casas de terroristas y la continuación de la construcción de la valla. A menudo nos olvidamos de que la Intifada no comenzó estando el primer ministro Sharón en el poder sino estando aún Barak, unos meses después del fracaso de las negociaciones de Camp David, y probablemente como consecuencia de ello. De allí que Sharón --en circunstancias difíciles, precisamente por enfrentar a un terrorismo sin precedentes-- haga lo posible por salvaguardar la seguridad de Israel.

 

En qué consiste el llamado plan de disengagement o retirada unilateral?

����������� Es parte de un plan, aunque me gustaría verlo mejor incluso como parte de la Hoja de Ruta. Más de una vez Sharón ha hecho un llamado urgente al liderazgo palestino para que vengan a sentarse en la mesa de las negociaciones, par a comenzar a trabajar e implementar la Hoja de Ruta. No ha habido, sin embargo, un encuentro aún entre Abu Alá --el nuevo primer ministro, que ya lleva tres meses en su puesto-- y Sharón. Podemos continuar esperando de brazos cruzados, es decir more of the same: más atentados, más represalias, más defensa de Israel, continuación de la valla, etc, o podemos tomar otra actitud y actuar en forma unilateral. No hay con quien dialogar. Nos estamos refiriendo a doce organizaciones terroristas y no sabemos con quién hablar, ni quién habla por quién. En ese sentido, este plan de retirada unilateral o separación --disengagement-- es algo que no va a implementarse inmediatamente, sino que hay antes varios pasos de tipo legal, jurídico y constitucional para dar. El mismo gobierno de Israel no ha decidido aún sobre este plan, que está siendo publicado y examinado. De allí que Sharón tenga que llevar el plan al gobierno, a la Knesset (parlamento). De cualquier forma, no estamos hablando de las próximas semanas sino de acciones para los próximos meses, por lo que aún hay un espacio para que la Autoridad Palestina pueda venir y decirnos que van a comenzar a luchar contra el terror, como se debe. Aún hay esperanzas para la Hoja de Ruta. Pero si continúan los atentados y seguimos en la situación actual veremos acciones unilaterales por parte del gobierno de Israel. No nos queda otro camino frente a la falta de remedio. Debemos salir de este callejón sin salida.

 

Por último, �por qué América Latina ocupa un cuarto lugar en la política exterior israelí?

����������� No sé quien elaboró esa tabla de posiciones. Pero varía de repente, cuando, por ejemplo, hay una crisis socio-económica en la Argentina y surge el tema de la Aliá (inmigración a Israel), entonces Argentina sube en la tabla de posiciones, aunque sea en forma temporal. No soy experto en América Latina, pero obviamente hay razones de carácter geográfico que dictan una realidad. En primer lugar, como primer círculo geográfico, tenemos nuestra periferia natural y la cuestión derivada del conflicto; me refiero a tratar de mejorar las relaciones con Egipto, Jordania, los países del Golfo, el Magreb. Luego, como segundo círculo geográfico, tenemos las relaciones con Europa, nuestro principal socio económico, tanto a nivel de importaciones como de exportaciones. En el contexto de ampliación y de política de buena vecindad --como dijimos-- Chipre llega casi a la frontera con Israel. En tercer lugar, o mejor dicho, en el primero (debería haber empezado por allí) están las relaciones con Estados Unidos. Si hay alguien con quien tenemos verdadera proximidad ideológica (desde todos los puntos de vista) es con Estados Unidos. Siempre recuerdo mis comienzos en la carrera diplomática, en México. Allí hay un famoso dicho que habla del pobre México, �tan cerca de Estados Unidos y tan lejos de Dios! En Israel decimos pobre Israel, tan cerca de Dios y tan lejos de Estados Unidos. Es decir, no tenemos con Estados Unidos una proximidad geográfica, sino ideológica y de alianza estratégica, de la cual estamos orgullosos y no lo ocultamos. Con estos tres círculos obviamente llegamos al cuarto. Un continente que, por lo general, ha mostrado gran simpatía y comprensión hacia Israel y al que tal vez habría que ponerle más interés. Pero cuando uno mira el número de embajadas israelíes en América Latina (a pesar de haber cerrado dos o tres), es sumamente impresionante comparando incluso con otros países que tienen fuertes intereses económicos en América Latina. De allí que no podamos hablar de una situación de cuarto lugar, porque Israel está muy bien representada en América Latina, y América Latina está muy bien representada en Israel. No hay todo lo que quisiéramos ver pero, en definitiva, hay más de lo que (a veces) el ojo puede ver.

 

Europa contra Israel

Por Gustavo D. Perednik*

(Desde Jerusalem ,Israel)

 

Voltaire, quien urgió a desembarazarse de todos los prejuicios medievales, no logró vencer a uno ellos y nos llamó a los judíos �el pueblo más imbécil de la faz de la Tierra, enemigos de la humanidad, el más obtuso, cruel, absurdo...�

 ����������� En Francia, el siglo XIX no corrigió al XVIII. Ni siquiera en su literatura socialista puede hallarse compasión por los judíos perseguidos, aun cuando hubo en ese lapso seiscientos pogroms. En el XXI el mal continúa. Un par de embajadores fueron muy francos: Jacques Huntzinger justificó el terrorismo contra Israel, y Daniel Bernard culpó de los males del mundo al �paisito de porquería�. Uno de los más grandes escritores de Europa, José Saramago, nos comparó con los nazis, y uno de sus más grandes músicos, Mikis Theodorakis, declaró que �los judíos son la raíz del mal, arrogantes y agresivos�. Sólo a Israel se lo llama "nazi" o "cáncer de Medio Oriente". La deliberada aniquilación de seis millones de inocentes en tierras alemanas, mares británicos, traición francesa, Banca Suiza, y silencio Vaticano, se equipara frecuentemente con nuestro conflicto político, uno de los muchos que hay en el mundo pero, sin duda, el que más pasiones despierta. Durante siglos el judío fue percibido por Europa como diabólico, confabulador, sanguinario; nuestra religión, como �vengativa, superada por la religión del amor�. Esos prejuicios atávicos se descargan hoy contra el judío de los países, el más censurado del planeta, el único al que se le cuestiona su derecho de existir. Todos los países nacieron gracias a movimientos nacionales, pero a los ojos europeos el único movimiento bastardo es el sionismo.

 ����������� La campaña anti-israelí de los medios es un fruto podrido de la perseverante hostilidad europea hacia el pueblo judío. El pequeño Estado cuya creación fue necesaria para salvar millones de vidas de las garras de Europa, es el que recibió dos terceras partes de las condenas de las Naciones Unidas.

����������� La excusa son los �territorios ocupados� en 1967. Pero en 1965 la Unión Soviética ya se oponía a que la Declaración de los Derechos Humanos de la ONU incluyera una condena de la judeofobia. Cuando el único pecado de Israel era existir, sin �ocupación� alguna, Arafat y su OLP ya nos asesinaban. Los medios saltean que �la ocupación� fue consecuencia de la agresión árabe; no su causa.

 ���������� Tendremos paz duradera con nuestros vecinos cuando éstos se democraticen, porque entre democracias nunca hay guerras. En el mundo árabe, los regímenes de hoy son enemigos, tanto de Israel como de los pueblos árabes. Pero la judeofobia es europea. Su gente, que podría libremente exigir a sus gobiernos que dejen de mortificar a Israel en su esfuerzo por sobrevivir, ha optado por confrontar a este exiguo pueblo que hizo del desierto un vergel y que siempre estuvo dispuesto a transigir para construir la paz con sus vecinos, que poseen un territorio quinientas veces mayor.

 ���������� La delegación europea de periodistas que llegó a Ramalah a solidarizarse con Arafat dejó sus oficinas escondiendo entre ellos a trece terroristas buscados. Nadie nos pedirá disculpas. La Comunidad Europea entrega a Arafat 50 millones de euros para compensar la destrucción israelí. �Merecerá algún judío reparación por las muertes del terrorismo que desató Arafat con ayuda de Europa?

 ���������� La Unión Europea demanda ceses de fuego sólo cuando Israel se defiende; no ve las agresiones contra civiles judíos.

 ���������� Los estertores del Holocausto continúan, pero no sólo por la ola de frecuentes ataques a sinagogas. Los europeos nos matan al legitimar las acciones más viles de quienes se empeñan en destruirnos, y lo hacen bajo el estandarte que es la máxima hipocresía del siglo: la supuesta solidaridad con el pueblo árabe palestino.

����������� A los europeos los palestinos les importan muy poco. El único país que les creó universidades y servicios municipales fue Israel. Cuando Jordania mató a miles de ellos o cuando Kuwait expulsó a decenas de miles, no hubo solidaridad. A Europa no la motiva el bienestar palestino, sino el dudoso placer de castigar a Israel.��������������������������������������������������� �����������������������������������������������������������������������������������

  Tampoco le interesa a Europa que no tengan Estados propios los cachemiros, tamiles, corsos, chechenos, tibetanos, curdos, neocaledonios, ibos, aymaras o cientos de naciones. Sólo los palestinos, que nunca tuvieron Estado, despiertan su solidaridad incondicional. Así han validado cuatro mentiras universalmente aceptadas:

  1. La peor calamidad de un pueblo es carecer de Estado propio.
  2. Los palestinos son los únicos carentes.
  3. Israel siempre es culpable de esa carencia (desde Barak a Sharon, todos los gobiernos israelíes han propuesto a los palestinos que abandonen las bombas y se dediquen a crear en paz su Estado).
  4. Cualquier medio les está permitido a los palestinos: bombas en pizzerías, discotecas, cumpleaños y escuelas. A ningún otro se le perdonaría lo que se condona si la víctima es judía.

����������� Los líderes de cientos de pueblos son ilustres desconocidos. Arafat ha tenido la tenebrosa suerte de elegir al enemigo perfecto, que le permitió catapultarse al estrellato y aun al Premio Nobel de la Paz. �Quién sabría de Arafat si no fuera por Europa? �Por qué habría de dejar de matarnos si lo aplauden? Con él han agotado sus condolencias los europeos; no les quedan ni una palabrita para los padres judíos que perdieron a sus hijos en el terror palestino. La judeofobia medieval quería desalojar al judío de la sociedad; la contemporánea tiende a aislar al Estado judío de la familia de las naciones. Israel les ofreció a los palestinos el territorio que reclaman, y ellos respondieron con dos años de atentados, a pesar de que se haberse comprometido, en cinco tratados de paz con Israel, a renunciar al terrorismo y esgrimir sus demandas en la mesa de negociaciones. Matan y se matan, para destruir Israel, ni un milímetro menos. Pero para Europa el malo es Israel. Bomba en una discoteca en Tel Aviv; la BBC de Londres escarba en una guerra de hace veinte años para exigir que sea juzgado por �crímenes de guerra� (de cristianos contra musulmanes) el Primer Ministro... judío. Israelíes son baleados día a día y el ministro noruego anuncia que está permitido. Sólo productos israelíes boicotea Noruega, y anuncia arrepentirse de haber hecho Nobel de la Paz... �a Shimon Peres! Una iglesia de Belén da asilo a terroristas armados y el Papa exhorta a que no se humille a Arafat.

 ���������� La judeofobia no puede agotar la explicación del conflicto en el Medio Oriente. Pero desconocerla como factor influyente es, cuando menos, ingenuo. La contribución que Europa podría hacer a la paz es inmensa, si desaprobaran la incitación en las escuelas. Hasta hoy, Israel ni figura en los mapas de los árabes. Sus niños aprenden en clase que Israel debe ser destruido y que el modelo a imitar es el �mártir sagrado� que se suicida para matar civiles judíos. La ofensiva militar israelí en los territorios disputados tiene como objetivo desbandar a los grupos terroristas que actuaban con impunidad bajo protección de Arafat, su meta es desmantelar esa infraestructura de muerte. Cumpliendo con los acuerdos de Oslo, Israel importó desde Túnez combatientes palestinos, los proveyó de territorio, dinero, armas y prestigio. Su respuesta no fue desarmar el aparato terrorista, sino alentarlo, entrenarlo y glorificarlo. Pero lo que ofende a Europa es la autodefensa israelí. Arafat es su darling. Son eminentemente antipalestinos, como Arafat, porque el único ideal que les ofrecen a los niños palestinos, no es medicina ni agricultura, sino la muerte. El matricidio europeo viene desde hace miles de años matando judíos, o perdonando a quienes los matan o denostando a los judíos porque no se dejan matar. Si se invirtiera en la democratización de los Estados árabes un pequeño porcentaje de lo que invirtió en la de Latinoamérica, Sudáfrica y el mundo comunista, si se exigiera la legitimación de Israel y el respeto a los valores humanos, se habría avanzado hacia la paz. Aunque ése es el quid de la cuestión, Europa tiene otras prioridades.

 *El autor es filósofo, escritor y pensador judío