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Dossier 5 - Terrorismo Internacional

 

 ¿De qué hablamos, cuando hablamos de terrorismo?

 Por Maximiliano Borches
(Desde Buenos Aires)

 

¿Qué es el terrorismo?, ¿quiénes son terroristas? Estas preguntas cuentan con la mirada subjetiva de quienes intentan asumir las respuestas. Algunos dirán que “en pos de lograr sus objetivos nacionales”, no tienen más remedio que cometer actos que impongan el terror y la muerte en otras sociedades, otros dirán que para “cuidar el patrimonio nacional de ideas extranjerizantes” también hay que cometer estos actos. Y también están los que piensan que “al servicio de la prevención de futuros actos terroristas, hay que invadir distintas regiones del globo, para dar cuenta al mundo de quién es el más fuerte”.

 

Todas estas hipótesis, son las que comúnmente se utilizan para defender lo indefendible: la muerte de personas civiles que intentan transitar normalmente sus vidas cotidianas. Porque aquí está el verdadero objetivo de las acciones terroristas: los niños, mujeres y hombres que sufren en carne propia, o en los cuerpos de sus personas amadas, el horror del crimen para lograr un fin político.

Por lo general, y más en estos últimos tiempos, inmediatamente –y no sin razón- se identifica la palabra terrorismo con ciertos grupos fundamentalistas islámicos. Pero la lista de quienes emprenden este tipo de actividad, es mucho más amplia. En los países del denominado “tercer mundo” distintos gobiernos militares, llegados al poder por la sola imposición de sus fuerzas, implantaron su propia clase de terrorismo; el “Terrorismo de Estado”, dejándonos como legado una interminable lista de personas asesinadas, desaparecidas y mutiladas. Este terrorismo, planeado desde las distintos esferas del poder político, condujo a otra clase; el “Terrorismo Económico”, legitimando planes económicos de entrega de las riquezas nacionales y de explotación de estos pueblos, que comenzaron a implementar en estos países subdesarrollados,  algunos gobiernos del denominado “primer mundo” (acompañados por distintos sectores de los poderes económicos locales), y que dejan como resultado en gran parte del planeta, a millones de seres humanos en estado de desnutrición, de marginalidad social y de analfabetismo.

Con este dossier, nos propusimos lograr una aproximación a la definición de terrorismo, incluyendo artículos que analizan algunos casos ligados al conflicto existente en el Cercano Oriente. El tema, por supuesto, es muy amplio y necesitaríamos mayor espacio para lograr un acercamiento más global a esta temática. Pero si tomamos en consideración (sólo por nombrar algunos casos) el genocidio sufrido por el pueblo armenio a manos de las tropas turcas, el intento de exterminio del pueblo judío en manos del nazismo y las bombas atómicas arrojadas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaky, a manos de las tropas estadounidenses, queda demostrado que los actos terroristas superan al accionar de grupos fundamentalistas, o en algunos casos marginales, convirtiéndose en políticas de Estado. Todos ellos, en definitiva,  repudiables y condenables de la misma manera.

 

Definiendo al Terrorismo

Por el Dr. Kshitij Prabha*

El terrorismo es un fenómeno global, fácil de reconocer pero difícil de definir. Académicos a lo largo del mundo lo describen de acuerdo a sus condiciones políticas y socio-económicas. Aquellos afectados por problemas económicos y sociales conciben al terrorismo como un conflicto social entre los que tienen y los que no, mientras que aquellos que viven del uso de tácticas terroristas para ganar influencia política lo consideran un fenómeno político. Aparentemente la palabra “terrorismo” es interpretada para satisfacer diversos intereses.

Hay innumerables definiciones de terrorismo y cada una, a pesar de parecer correcta desde su propia perspectiva, ignora ciertos aspectos de la cuestión. En otras palabras, estas definiciones no representan todos los componentes del terrorismo. Sin embargo, a partir del análisis de estas definiciones puede desarrollarse una definición aceptable. Variadas interpretaciones no sólo complican meramente la definición del terrorismo, sino que además alientan a sus perpetradores a escapar en nombre de la definición económica y la lucha por la libertad. De hecho, el terrorismo sigue impregnando al sistema político porque no hay una definición aceptable; y por lo tanto no es posible acción punitiva alguna contra los perpetradores por parte de los gobiernos o de las organizaciones internacionales. Académicos de todo el mundo están enmarañados en un laberinto de terminologías y han expresado distintas perspectivas. Entre todas ellas, la definición más ampliamente aceptada es aquella ofrecida por Yonah Alexander, quien define al terrorismo como: “el uso de la violencia contra blancos civiles para intimidar o crear un miedo generalizado con el propósito de lograr objetivos políticos.” Esta definición es precisa y a menudo citada por académicos, pero vuelve la espalda a un importante aspecto del terrorismo: las conexiones internacionales. Los terroristas no pueden infligir terror sin las facilidades de fondos e infraestructuras que reciben de conexiones internacionales. Bastante similar es la elaborada definición dada por Alex P. Schmid, quien analiza innumerables definiciones antes de arribar a la siguiente conclusión: “Terrorismo es un método inspirador de ansiedad, de repetidas acciones violentas empleadas por individuos, grupos o actores estatales clandestinos por razones idiosincrásicas, criminales o políticas en las que –en contraste con los asesinatos- los objetivos directos de la violencia no son los objetivos principales. Los objetivos humanos inmediatos de la violencia son generalmente elegidos de forma aleatoria o selectivamente de un segmento de la población, y sirven como generadores de mensaje. Amenaza y violencia son las bases de los procesos de comunicación entre terroristas y víctimas; los objetivos circunstanciales son usados para manipular el objetivo principal, convirtiéndolo en un objetivo de terror, un objetivo de demandas, o en un objetivo de atención, dependiendo de si lo que se busca primordialmente es la intimidación, la coerción o la propaganda.” Esta definición abunda en detalles del fenómeno del terrorismo, pero se centra más en los objetivos y propósitos que en la naturaleza básica del mismo. Existe otro grupos de académicos que definen al terrorismo desde una perspectiva histórica, como por ejemplo Michael Walter, quien cree que “el terror aleatorio para logros políticos surgió como estrategia de la lucha revolucionaria tras la Segunda Guerra Mundial.” De igual manera algunos académicos definen al terrorismo a la luz de la violencia y la coerción por parte de agencias estatales. Walter Laquer, por ejemplo, define a los actos de violencia y represión llevados a cabo por el Gobierno contra su propia población como terrorismo. En la misma veta, Neil Livingston dice que el Estado es el principal perpetrador de terrorismo hoy en día. Corroborando la misma idea, académicos como Joy Tallin definen terrorismo como un sustituto para la guerra abierta. Para ponerlo en sus propias palabras: “cuando las diplomacias fracasan los soldados se hacen cargo, cuando los soldados fracasan el terrorismo se hace cargo.” Su opinión del terrorismo como sustituto de la guerra o como consecuencia del fracaso de la diplomacia es relevante. Pero afirmar que el terrorismo es un desprendimiento del fracaso militar está lejos de la realidad. A menudo hemos visto la incapacidad de la policía, no de los soldados, en la contención del terrorismo. De hecho cuando los diplomáticos, los líderes políticos y la policía fracasan, los soldados terminan por hacerse cargo de la contención del terrorismo.                                                            

Definición de Terrorismo de la ONU                                                                                                         
 
El Reporte del Comité Ad Hoc en Terrorismo Internacional de la Asamblea General de las Naciones Unidas (28º sesión /A/ 9028, 1973) fue un documento importante en la historia del terrorismo. Invocando la resolución del año 1972 llamada “Medidas para prevenir el terrorismo internacional que haga peligrar o cobre vidas humanas inocentes o ponga en peligro las libertades fundamentales, y estudio de las causas subyacentes de aquellas formas de terrorismo y actos de violencia que yacen en la miseria, la frustración, agravios y desigualdad, y que impele a algunas personas a sacrificar vidas humanas, incluyendo la suya propia, en un intento de provocar cambios radicales”, el Comité Ad Hoc estableció tres subcomités para examinar la definición, las causas y la prevención del terrorismo. Siete propuestas borradores fueron remitidas por diferentes naciones al subcomité encargado de definir al terrorismo. Mientras que el grupo de los no-alineados (integrado por Argelia, Congo, Yemen Democrático, Guinea, India, Siria, Túnez, Tanzania, Yemen, Cuba, Zaire) remitían propuestas colectivas, Francia, Grecia, Haití, Irán, Nigeria, Venezuela hicieron presentaciones individuales en la definición del terrorismo. El grupo de los no-alineados definió al terrorismo como actos de violencia cometidos por un grupo o individuos que hacen peligrar vidas humanas y las libertades fundamentales, cuyos efectos no se limitan a un Estado. Esto no debe, bajo ningún punto de vista, afectar el derecho inalienable de la autodeterminación bajo regímenes colonialistas y racistas. La propuesta francesa describe al terrorismo internacional como actos odiosos de barbarismo cometidos en territorio extranjero. Grecia distinguió entre terrorismo y lucha libertaria y lo definió como actos criminales de violencia con el fin de poner presión en una disputa o para satisfacción personal. Haití incluyó las aspiraciones políticas en la definición e Irán agregó a la violencia contra movimientos libertarios como actos de terrorismo internacional. Nigeria y Venezuela también sostuvieron definiciones similares. Aparentemente la casa estaba dividida. Por lo tanto no pudo adoptarse ninguna resolución en la definición de terrorismo. El problema permaneció en suspenso hasta 1987, cuando el Secretario General convocó a una Conferencia Internacional para definir al terrorismo y diferenciarlo de la lucha libertaria. Esta conferencia tuvo éxito en el sentido de que sus miembros se pusieron de acuerdo en identificar al terrorismo como crimen y en proponer un futuro plan de acción. Tomando nota del “Informe de la Conferencia” hecho por el Secretario General, la Asamblea General de la ONU condenó todos los actos de terrorismo –excepto aquellos que luchan por el derecho a la auto-determinación contra regímenes extranjeros y racistas- como “criminales” (Resolución adoptada en base al Informe del sexto comité, Asamblea General, 94º encuentro, 7 de diciembre de 1987, Informe A/42/832). Una mayoría aplastante adoptó la resolución. De todas formas, notablemente los Estados Unidos e Israel votaron en contra de la resolución mientras que Honduras se abstuvo. Así, tras quince años de deliberaciones y contra deliberaciones finalmente las Naciones Unidas llegaron a la conclusión de que todos los actos de terrorismo son criminales. De todas formas, analizada desde el punto de vista de la prevención, entonces esta definición puede servir al propósito. Quizá es la manera más simple de lidiar con el terrorismo. Esta puede ser una de las medidas efectivas para prevenir el terrorismo internacional sin entrar en detalles sobre las causas y su afiliación política. “Identificarla con sus actos de violencia y tratarlas como criminales” suena bastante bien, pero ¿es viable? Si la prevención es el objetivo de definir al terrorismo como criminal, entonces las Naciones Unidas deberían haber adoptado inmediatamente una resolución sobre un tratado de extradición compulsiva entre naciones para el intercambio de criminales (terroristas) que operan desde distintas partes del globo. Las Naciones Unidas no tomaron ninguna medida en este sentido a pesar de que la cuestión fue planteada en diversas oportunidades. Hasta tanto la extradición no sea compulsiva y los criminales sean juzgados de acuerdo a las leyes de la nación a la que pertenecen es improbable que esta definición pueda prevenir el terrorismo. Por lo tanto, incluso esta definición carece de relevancia. Obviamente hay una larga lista de definiciones dadas por diferentes académicos en distintas situaciones y contextos. Indudablemente todas estas definiciones llevan a la concepción del terrorismo y comparten ciertos rasgos. De todas formas, ninguna de estas definiciones presentó al terrorismo en su totalidad. Cada académico ofreció su propia perspectiva del terrorismo. Ninguno adoptó la perspectiva de los terroristas y la relacionó con las demás para desarrollar una definición funcional del terrorismo. El presente estudio es un intento de hacerlo en base a la teoría sistemática de David Easton. La teoría sistemática de David Easton es adoptada no meramente porque el fenómeno del terrorismo tenga un efecto directo en el sistema político y socio-económico, sino también porque el terrorismo emerge desde el interior del propio sistema. (Para llegar a una definición funcional del terrorismo sería más relevante una aproximación pragmática al problema) Una definición desprovista de cuestiones políticas y socio-económicas involucradas en el terrorismo contribuye sólo a propósitos académicos y no a implicancias prácticas. Por lo tanto, en este contexto, el terrorismo es en general definido desde varias perspectivas: Perspectiva Política (P) : Acción de Grupo (AG), Vínculos Internacionales (VI) , Perspectiva de Medios (M) : Violencia (V), Entrenamiento (E)  En este modelo, la definición de terrorismo es analizada desde las dos perspectivas mencionadas más arriba: terrorismo como un fenómeno político descrito como P, y como medios, descrito como M, para lograr objetivos. En la fase subsiguiente el modelo explica que P requiere coordinación y cooperación para formar un grupo político cohesivo y por lo tanto necesita acción de grupo (AG) para implementar el plan y la acción grupal conduce a los vínculos internacionales (VI). Desde el punto de vista de la perspectiva política, el terrorismo es definido como un fenómeno más político que criminal o psicológico, a la luz del hecho de que los terroristas no creen en ganancias personales o en acumulación de riquezas. Su único objetivo es adquirir poder político, sea en la forma de autonomía o creación de un Estado independiente. En la perspectiva de los medios, el terrorismo es definido como un medio en la persecución de la realización de una misión política. Al explicar los medios, el modelo enfatiza la necesidad de la violencia en el terrorismo. La violencia empleada por los terroristas es de un género específico, táctica por naturaleza. La violencia que comporta un mensaje al gobierno es terrorismo. Asesinatos e incendios premeditados desprovistos de publicidad no encajan en la definición de terrorismo. Más aún, las herramientas de violencia que usan los terroristas demanda entrenamiento profesional. Un lego no puede operar armamento y misiles sofisticados usados por los terroristas. Este aspecto también requiere atención al definir terrorismo. Los siguientes párrafos presentan un detallado análisis de ambas perspectivas en la definición de terrorismo.                                                                                                                     

Terrorismo como fenómeno político                                                                                                          
 
La violencia y la intimidación pueden ser medios efectivos de lograr múltiples objetivos. Puede ser usado para beneficios personales, reparar agravios sociales y económicos, o para ganar envergadura política. De todas formas, no todos los actos de violencia son terrorismo. Sólo puede definirse como terrorismo aquellos incidentes de violencia que tienen implicancias políticas. Actos de violencia individuales son más de una naturaleza psicológica que política. Aspectos socio-económicos o psicológicos son factores casuales en el crecimiento del terrorismo, y no la naturaleza básica del fenómeno. Tanto la naturaleza como los propósitos del terrorismo son políticos. Su identidad política puede entenderse mejor analizando varias dimensiones del problema, tales como el objetivo, la metodología y la estructura organizacional. El objetivo último de los terroristas es adquirir poder político. Las cuestiones sociales y económicas no son primarias para ellos, aún cuando éstas son vitales para el auge del terrorismo. No son prioridades porque ellos creen que, una vez que el poder político caiga en su dominio, las reformas sociales y económicas vendrán por sí solas. Así, su única meta es capturar el poder. Su desesperación los inspira a poner en la mira a líderes políticos e instituciones para, de esta forma, calumniar la credibilidad de un gobierno. Otra dimensión política importante para el terrorismo es su estructura organizacional. Los grupos terroristas están organizados más como un partido político que como una pandilla criminal. En nombre de los derechos civiles garantizados a los ciudadanos en democracia, los terroristas se complacen en la violencia y siembran inquietud y miedo entre las masas. Acertadamente Wilkinson define a tales actos de violencia como terrorismo político.  Subsecuentemente, el modelo de definición remarca la acción grupal (AG) como un elemento esencial en terrorismo. La clase de violencia que infligen los terroristas no puede tener impacto sin una maniobra colectiva. Ellos operan en una estructura de cadena y son interdependientes entre sí para ejecutar el plan de subversión. La necesidad de colaboración en operaciones es tan alta en las organizaciones que en algunas oportunidades contratan servicios de otros grupos más allá de sus fronteras. Por ejemplo, el terrorismo subvencionado por Pakistán en India involucra diferentes grupos terroristas que operan en Puyah, Jammu y Kashmir en India, así como mercenarios de Afganistán, Sudán y Arabia Saudita. La historia del terrorismo es pródiga en ilustraciones del terrorismo internacional. El Ejército de Facción Roja (RAF) de la –anterior-
Alemania Occidental, popularmente conocida como Baaden Meinhoff, y la JKLF pudieron suponer amenazas a la sociedad civilizada por sus conexiones internacionales. Baader y Meinhoff, los dos líderes importantes de RAF tuvieron un encuentro en Jordania para entrenar militares palestinos y los usaron en su propio beneficio para desestabilizar al gobierno de Alemania Occidental. De la misma manera, los militantes de Kashmir recibieron asistencia militar y financiera de Mujahidines de Pakistán y Afganistán. Similarmente el IRA con base en Reino Unido tiene también unidades de operación en los Estados Unidos. La ex Primer Ministro, Margaret Tatcher, tenía información fidedigna de que el IRA estaba recibiendo fondos de mercenarios libaneses. Esta cuestión fue uno de los factores importantes que inspiraron a Tatcher a apoyar el ataque americano al Líbano en 1986. Estos incidentes son indicaciones suficientes de que la colaboración política en la red internacional de grupos terroristas es vital para el éxito del terrorismo. Sin tales contactos y cooperación el terrorismo permanecería en el plano filosófico y no tendría impacto alguno en la sociedad o en el gobierno. Por lo tanto, la definición apolítica de terrorismo carece de relevancia en el problema global del terrorismo.                                                                                                                                                    

Terrorismo como medios hacia un fin                                                                                                         
El segundo aspecto esencial en la definición de terrorismo es analizarlo como medio para un fin más que como un fin en sí mismo. La historia ofrece evidencia de que los terroristas invariablemente buscan lograr ciertos objetivos socio-económicos o políticos. Las tácticas terroristas fueron siempre usadas como medios para un fin. La teoría de los medios es tan relevante en las políticas de violencia que incluso un perpetrador individual dirige su queja a través de tácticas de terror. Más aún, es el tipo de medios empleados lo que distingue a un grupo terrorista de otros de diversa índole. El terrorismo adopta una táctica bien planeada para complacerse en la violencia, incendios premeditados y subversión. Cada fase de violencia es diseñada por terroristas de acuerdo a las condiciones políticas y socio-económicas del área en miras. El ambiente de intranquilidad y miedo es creado a través de conspiración y propaganda antes de que los terroristas incurran en la violencia. Tales cuestiones no se encuentran en la violencia utilizada por los partidos políticos. Como corolario, tal como se explica en el modelo, también es importante notar que la violencia, siendo una precondición para el terrorismo, necesita planeamiento adecuado para la ejecución de misiones subversivas que dependen ampliamente del grado de entrenamiento de los terroristas. Sin entrenamiento en el uso de armamento, la aplicación táctica de la violencia no es posible. Este aspecto es asimismo importante en la definición del terrorismo. Los terroristas son entrenados en armamentística, sistemas de comunicación y acciones de seguimiento post-violencia en campos de entrenamiento en el extranjero. Es un importante aspecto del terrorismo, porque la era en que vivimos no es la de dagas y cuchillos, sino de ametralladoras, bazookas, misiles, bombas de transistores, cartas-bomba, cianuro y RDX. Estas descripciones aparentemente conducen a la conclusión de que el terrorismo no es sólo una clase de violencia expresada de improviso, sino un instrumento organizado para conseguir objetivos políticos. Tiene su propia identidad, abarcando diversas cuestiones como las mencionadas más arriba. Por lo tanto, basado en las definiciones dadas por académicos en todo el mundo y las cuestiones involucradas en él, el terrorismo puede ser definido aquí como un acto o una amenaza de impacto de violencia táctica por parte de un grupo de individuos entrenados que tienen vínculos internacionales, para lograr objetivos políticos. Este grupo puede ser subvencionado por agencias estatales y no estatales. Esta definición cubre precisamente todos los aspectos del terrorismo.

*Fuente: www.idsa-india.org

Traducción: Sebastián Kleiman  

 

Terrorismo 2002: el entorno estratégico Hizballah, Irán, Siria e Irak

Por Ely Karmon, Investigador del ICT*

Trabajo presentado en el seminario “terrorismo 2002: el año en retrospectiva”, en el Instituto de Política Internacional para Contra-Terrorismo, Hertzlia, 20 de enero de 2003. 

A primera vista Hizballah, Irán y Siria parecen ser una coalición triangular sin vínculo alguno con el cuarto jugador, Irak. Sin embargo, de hecho, gran parte de su estrategia durante 2002 ha sido delineada por una alianza “objetiva”, para utilizar un término cercano a los Marxistas-Leninistas –una alianza que forjaron frente a la determinación americana de emprender la guerra contra Irak. Hizballah ha estado en la vanguardia de esta estrategia, como jugador independiente y como campeón de los intereses estratégicos de Siria e Irán.                                                                                                                                          

Estrategia de Hizballah en 2002                                                                                                         
Hizballah emergió significativamente fortalecido en la arena libanesa, regional e internacional, como resultado de la retirada unilateral israelí del sur del Líbano en mayo de 2000. La retirada israelí es percibida en las arenas palestinas, árabes e islámicas como una gran victoria en la lucha contra Israel, Estados Unidos y los enemigos del Islam. Un gráfico de la actividad de Hizballah en 2000 deja en claro que el comienzo de la Intifada Palestina en octubre de 2000 fue el gatillo que disparó la prosecución de la lucha armada de Hizballah contra Israel. Esto fue ilustrado por el secuestro de tres soldados israelíes en el sector Har Dov y de otro ciudadano israelí en el extranjero, a través de un esquema de inteligencia terrorista.  HIzballah ve su activo involucramiento en la Intifada Palestina como parte de la inevitable lucha contra la amenaza imperialista representada por los Estados Unidos. La Organización intenta asegurarles a los palestinos una victoria similar a aquella otra de la Resistencia Islámica en el sur del Líbano. Esta estrategia encaja con la visión ideológica original que sostiene que la islamización del Líbano no es posible en el marco del balance de fuerzas entre las varias comunidades religiosas, y el claro interés sirio de mantener su influencia en el país. Por lo tanto el objetivo final será conseguido, necesariamente, a través de la liberación de toda Palestina y de la Ciudad Santa de Al-Quds (Jerusalem). Durante 2001, Hizballah apoyó a los palestinos a través de un escudo de artillería y ataques de campo contra posiciones israelíes en el sector de las granjas de Shaba, en la frontera norte de Israel, pero, para finales de ese año, fue disuadido por la decisión del nuevo gobierno israelí de atacar objetivos sirios en el Líbano, en abril y Julio. Esta disuasión se vio incrementada aún más por la nueva situación internacional resultante de los ataques del 11 de septiembre contra los Estados Unidos y la consecuente campaña contra Al-Qaida y los Talibanes en Afganistán. De todas formas, tras la rápida victoria americana en Afganistán y la evaluación de que los Estados Unidos se inclinarían a negociar con otras “pícaras” organizaciones y Estados del “eje del mal”, la dirigencia de Hizballah, en coordinación con Siria e Irán, decidió incrementar su confrontación con Israel apoyando activamente la Intifada Palestina. Esto pretendía incrementar la tensión en la zona en un esfuerzo por obstruir posteriores acciones americanas contra Irak.  Eventos subsecuentes durante 2002 contribuyeron a reforzar esta conclusión: el involucramiento de veteranos militantes de Hizballah en el Karin Affair, en enero, y el intento de contrabandear cohetes Katyusha a través de Jordania para la misma época con el objeto de inflamar el conflicto árabe-israelí. Después, el 12 de marzo de 2002, infiltrados palestinos apoyados por Hizballah atacaron vehículos civiles en el norte de Israel, matando a cinco civiles y a un soldado de las tropas israelíes (IDF). Esto fue dos semanas antes del fatal atentado suicida de Hamas en el Park Hotel de Netanya, en la noche de Pésaj, y la consecuente operación “Escudo de Defensa” de las IDF. Los intentos de Hizballah de desestabilizar la región alcanzaron su pico entre el 30 de marzo y el 13 de abril, cuando militantes dispararon pesados morteros y Katyushas contra posiciones de las IDF en el norte de Israel. Con el objeto de mantener alta la tensión en la frontera, y de demostrar a sus seguidores que no había cese al fuego de su parte, Hizballah utilizó una nueva táctica militar: entre los principales ataques de campo, la organización dirigió fuego anti-aéreo hacia aviones de la Fuerza Aérea Israelí que sobrevolaban el espacio aéreo libanés. Tras cuatro meses de tensa calma, el 29 de agosto hubo un nuevo ataque de Hizballah sobre puestos israelíes en las granjas de Shaba. Esto fue probablemente una respuesta a la presión americana-israelí sobre Siria y Líbano en vísperas del debate del Congreso norteamericano sobre la responsabilidad de Siria. Parecía haber sido programado para coincidir con la escalada de Estados Unidos contra Irak y la visita del Vicepresidente iraquí, Taha Yasin Ramadan al Líbano. Toda esta actividad desarrollada bajo el paraguas de un arsenal estimado en cerca de 9000 cohetes y misiles, incluyendo nuevos misiles de 70 kilómetros de alcance que amenazan incluso las ciudades de Haifa y Hadera. En paralelo a esta actividad militar abierta, Hizballah realizó un inmenso esfuerzo para obtener una infraestructura terrorista y de inteligencia independiente dentro de la Autoridad Palestina e Israel. Células de árabes israelíes reclutados por Hizballah para misiones terroristas y de inteligencia fueron descubiertas en noviembre de 2000, Junio de 2001, septiembre de 2001 y, posteriormente, en julio de 2002. Los objetivos estratégicos de esta intensa actividad fueron presentados abiertamente por el liderazgo de Hizballah en numerosas declaraciones anti-israelíes y anti-norteamericanas. En julio de 2002, Hassan Nasrallah, Secretario General de Hizballah, declaró que, llegado el momento oportuno, Hizballah utilizará todos los recursos a su disposición –“todas las balas en su poder, hasta la última”- en la batalla de largo plazo que se avecina. El líder espiritual de Hizballah, Sheik Mohammed Hussein Fadlallah, se refirió a esta opción de manera más franca: “Existen complots internacionales, arrogantes y particularmente americanos para embarcarse en una nueva invasión contra Irak, pero creemos que no es tan fácil como parece”. Nuevos frentes pueden aparecer, frentes no perceptibles hoy en día por “los poderes arrogantes”, porque en la actualidad están ocultos.                        

La “Sirianización” de Hizballah                                                                                                             
 
¿Acaso estamos presenciando la “sirianización” de Hizballah? Siempre fui de la opinión de que es Siria, más que Irán, el mayor responsable del fortalecimiento del peso estratégico de Hizballah y de su libertad de acción en el Líbano. El apoyo financiero, logístico y militar iraní a la organización depende en grado sumo de la buena voluntad del Régimen de Damasco. Desde la muerte de Hafez al-Asad, su hijo Bashar ha gozado de una relación “especial”, “extraña” –algunos la llaman “hipnótica”- con Nasrallah. Esto modificó el balance de poder entre los dos bandos, con una gran cantidad de independencia y dominio a favor del carismático líder de Hizballah. Incluso bajo presión americana, Siria se ha rehusado a tomar acción contra la denominada “Resistencia” –Hizballah y las organizaciones radicales palestinas- que actúa en su territorio y ha inducido al gobierno libanés a actuar de igual forma. Existen reportes que sostienen que, desde mediados de 2002, Siria envió cohetes de 220 milímetros a Hizballah, con un alcance de 30 kilómetros (70 kilómetros según otras fuentes) probablemente para tener una influencia más directa sobre este aspecto del armamento estratégico de Hizballah. En enero de este año, fuentes israelíes reportaron que el ejército sirio realizó maniobras conjuntas con Hizballah, junto con unidades de la Guardia Revolucionaria Iraní en el Líbano.  Irán  Irán siguió apoyando masivamente a Hizballah y coordinando su actividad contra Israel. Además del cargamento regular de armas, el entrenamiento militar de los luchadores de Hizballah y el apoyo financiero al Dawa (la infraestructura socio-económica) de la organización, últimamente se reportó el despliegue, por parte de Irán, de cohetes Zelzal (cohetes de artillería pesada de 610 milímetros con una carga explosiva de 600 kilogramos y un alcance de 210 kilómetros) en territorio controlado por Hizballah. Según oficiales de inteligencia americanos, el presupuesto anual de Irán para Hizballah en 2002 excedió los 100 millones de dólares. Irán además busca directamente armar a los palestinos en la Ribera Occidental y en Gaza. Fuerzas israelíes capturaron dos embarcaciones –el Calypso y el Santorini- involucradas en el contrabando de armas iraníes desde el Líbano a Gaza, previo a la captura de 50 toneladas de armamento iraní en la costa de Gaza. El gobierno iraní incrementó en un 70 % su contribución a la Jihad Islámica Palestina, grupo que se ha convertido en uno de los más activamente comprometidos en los atentados suicidas. Recientemente fue publicado que Irán podría haber pagado por el último atentado en Tel-Aviv. Hassan Khomeini, nieto de Ayatollah Khomeini, declaró que Irán considera la liberación de Palestina como prioridad de su política estratégica, y que “la Intifada de la Palestina musulmana debe ser visualizada desde la perspectiva islámica (como)… el camino hacia una nueva fase en la revolución histórica del Imam Khomeini”. Los intentos iraníes por llevar a cabo operaciones terroristas a través de Jordania supusieron otro peligro a la estabilidad de la región. Irán subvencionó al menos 17 intentos de lanzar morteros y cohetes desde Jordania hacia Israel. Irán a su vez continúa apoyando al PKK kurdo y a elementos islámicos radicales turcos que militan contra Turquía, aunque en mucha menor medida que en el pasado. De todas formas, debe prestarse atención al hecho de que muchos reformistas iraníes se han declarado reacios a ser “más palestinos que los propios palestinos” y algunos de sus trabajos académicos incluso han criticado a los terroristas suicidas. La existencia de una situación de doble vía se hizo más evidente tras la sorpresiva visita del Ministro de Relaciones Exteriores de (el presidente sirio Al-) Kathami, Kamal Kharazi, a Beirut, en abril de 2002, al día siguiente de que Hizballah llevara a cabo un gran ataque contra posiciones israelíes en las granjas de Shaba. Hay además signos de que el liderazgo iraní, incluso los miembros pertenecientes a la línea dura, han comprendido la necesidad de negociar un acuerdo con los Estados Unidos, ante el peligro de que Irán se convierta en el próximo miembro del “eje del mal” en caer en la mira de Bush. ¿Qué estrategia para el futuro?  El Triángulo Estratégico. El diario libanés pro-sirio al-Safir describió el desarrollo de relaciones en el triángulo “Siria-Irán-Hizballah” tan estrechas que “ahora es difícil, de hecho imposible, separar las tres partes o descarrilar alguna de las tres vías”. Según fuentes del periódico, desarrollos actuales y futuros alimentarán, “en el momento oportuno”, el papel regional de Hizballah en la cooperación con Siria e Irán. Hizballah estará lista para aproximarse a su “dimensión regional” cuando los Estados Unidos aumenten el nivel actual de apoyo a Israel y directamente se sumen a los israelíes en la confrontación contra los palestinos. Otro potencial momento será cuando los israelíes orienten su mira a la presencia física de palestinos en Palestina (el denominado “Transfer”). Otro “momento apropiado” para que Hizballah asuma su papel regional será cuando Siria e Irán, a su vez, caigan en la mira. En los días previos a la guerra de Irak, altos oficiales de Hizballah indicaron que la organización no tiene el propósito de atacar objetivos israelíes durante la ofensiva americana en Irak. Nasrallah declaró en una entrevista que la organización no responderá a una “provocación” israelí en la frontera norte pero no tendrá reservas en caso de que Israel ataque el Líbano. Desde el otoño (primavera en el hemisferio sur) de 2002, y más aún desde la victoria del presidente Bush en las elecciones y el voto anti-iraquí en el Consejo de Seguridad de noviembre de 2002, la alianza triangular de Hizballah, el Régimen Alawita en Siria e Irán parece haber asumido que es muy peligroso confrontar a los Estados Unidos en esta etapa. Aparentemente decidieron esperar a lo que parece ser una campaña inevitable contra Irak y confiar en una estrategia regional de largo plazo que pueda obtener ventajas del predominio Shiita en Irak durante la era post-Saddam, par revertir la situación en su favor y privar a los americanos de su éxito. Según el asistente de Nasrallah, Sheik Na’im Qasim, si el ataque americano contra Irak triunfa, la presión sobre Líbano, Siria e Irán se incrementará. Pero la situación es complicada y “la experiencia prueba que muchos planes concebidos por arrogantes terminan por fracasar”. Por lo tanto, Hizballah debe estar listo para todo desarrollo y confiar en que prevalecerá así como prevaleció por sobre Israel. Los líderes de Hizballah ven la crisis del Río Wazzani y la falta de una reacción israelí, debido a la presión americana, como una victoria estratégica que les brinda el respiro necesario para esperar y ver cómo las cosas evolucionan en el frente iraquí. La provisión de misiles de largo alcance a Hizballah reforzó además la disuasiva influencia que ejerce la organización en Israel, en tanto Israel está limitado a su respuesta por las restricciones impuestas por los intereses americanos en la región. Mucho depende, en mi opinión, de cuán decisiva y veloz sea la campaña militar contra Irak, cuán completa sea la destrucción del Régimen Iraquí y cómo reaccionarán las masas iraquíes frente a la nueva situación. Una última palabra sobre la posible cooperación entre Hizballah y Al-Qaeda: mucho se ha publicado a comienzos de 2002 sobre contactos entre integrantes de Al-Qaeda en el Líbano y Hizballah. A pesar de que Hizballah ha negado estos contactos, sabemos cuál es el grado de confiabilidad de estas negaciones. Irán, por ejemplo, expulsó a 16 miembros de Al-Qaeda a Arabia Saudita tras haber negado la presencia de tales miembros en su territorio. Pero, en mi opinión, el peligro de tal cooperación se incrementará sólo tras la guerra en Irak, cuando las dos partes se sientan directamente amenazadas por la impaciencia de la Administración Bush por continuar la guerra contra el terror en la cresta de una campaña exitosa en Irak. 

*Fuente: Instituto de Política Internacional Contra-Terrorismo (www.ict.org.il)

Traducción: Sebastián Kleiman  

 

Entre el 11 de septiembre y la guerra de Irak: ¿se abre la “caja de pandora” del terrorismo? 

Por Luis Fernando García Núñez*

(Desde Bogotá, Colombia)

Todavía hoy tenemos muchas preguntas por resolver o, quizás, preguntas por hacer, para entender qué pasó el 11 de septiembre de 2001. Interrogantes que apenas han sido esbozadas y que algunos, con sospechosa reticencia, no quieren responder. 

¿Encontrar vivo a Osama será muy peligroso?, ¿qué sabe Osama?, ¿qué sabe Hussein?                                

Y también, claro está, actos que no entendemos. ¿Por qué la guerra contra Irak, un país enemigo de Al Qaeda y de Osama?, ¿qué es una guerra preventiva en la era de las comunicaciones, de la aldea global, cuando todo se sabe con antelación?, ¿se justifica una guerra, una invasión, un crimen como el cometido contra Irak, para prevenir una guerra?, ¿se puede prevenir una guerra, cuando el país que puede agredir está totalmente arruinado y tiene, además, una compleja crisis política interna?                                                                      Esa mirada, por lo menos, supone que todavía no tenemos respuestas a éstos y otros interrogantes que giran por ahí. Los análisis apuntan, con frecuencia, a juiciosas teorías políticas y económicas, que nos presentan sólo una parte del conflicto que se vive en el mundo.                                                                                               

Y más extraño aún es el desaforado interés de Estados Unidos en intervenga todo el mundo: “los que no están conmigo, están contra mí”, como en los tiempos de Luis XIV, guardadas proporciones. “Y los que están conmigo deben armarse para luchar contra los que están contra mí, y como todos van a estar conmigo, todos deben armarse”. Así, tiene validez la conclusión de Gustavo Adolfo Puyo (2002, 48), cuando dice: “El 11 de septiembre es una fecha de quiebre en la historia, pero no es el atentado terrorista que tuvo como blanco a los Estados Unidos el causante de todo lo que se identifica como cambios luego de esa fecha. El atentado es el hito que marca una serie de reafirmaciones en el orden mundial, que al mismo tiempo profundiza una crisis económica que se empezó a vivir desde meses atrás, pero que sí introduce una serie de cambios en el comportamiento de las sociedades y movimientos sociales en el planeta”.                                                                                                                             

Y es que las declaraciones del presidente Bush han sido funestas, han mancillado el sentido de la democracia, del Estado de derecho, y han permitido una confrontación que ha empezado a extenderse por todos los medios, para provocar una estampida sin precedentes en el mundo moderno. Además, una estampida de una alta peligrosidad, porque después de Irak, con ese triunfo infamante de los aliados, sólo se abrió la puerta del terrorismo, como única salida para quienes piensan y pelean de otra manera. Pero, ¿no será eso lo que quiere Estados Unidos? Ahí, precisamente, está la razón por la cual el proceso entre Israel y los palestinos no tiene una salida clara: es un proceso amenazado de muerte, y algunos esperan que alcance las proporciones de una guerra en que se altere la voluntad de paz de sectores judíos y árabes, deseosos, sin duda, de alcanzar acuerdos que den por terminado este conflicto.                                                                                                                                            

Este proceso se convierte, así, en una especie de montaje que de un momento a otro pierde sentido, como perdió sentido la intervención de las Naciones Unidas en la lamentable guerra contra Irak. De tal modo que de nada sirven los viajes de altos funcionarios del gobierno norteamericano, encabezados por el presidente Bush, cuando ellos mismos dieron un mal ejemplo con el ataque unilateral a Irak, a pesar, como ya lo dijimos, de las Naciones Unidas y del rechazo mundial que causó. Nadie ha explicado, con seriedad y respeto por los principios del derecho internacional, esa cruenta invasión. Veamos, también, lo que pasa con Irán, las veladas y destempladas amenazas a Siria y la complejidad de la intervención norteamericana en otros casos dramáticos de Latinoamérica, como por ejemplo el de Colombia, con el mal llamado Plan Colombia, cuya sola mención desestabiliza la agónica convivencia de todo el Sur de América. Así mismo, lo hacen con Cuba y lo harán con otros países.                                                                                                                                         

Las declaraciones de los altos funcionarios del gobierno norteamericano tienen un cierto parecido a los videos que de vez en cuando envía a los medios de comunicación Osama. Y, entonces, se vuelve al tema que originó toda esta movilización bélica: el terrorismo, y otra vez muchas preguntas por contestar, y muchas preguntas por hacer: ¿qué es el terrorismo?, ¿quién decide cuando un acto es terrorista y cuando no? Acaso el terrorismo no se relaciona con el terror: y no fue terror lo que vivieron los habitantes de Afganistán, de Irak, por no ir muy lejos. Terror como el terror de quienes vimos estrellarse los aviones contra las torres gemelas en Nueva York. ¿No fue terrorismo el saqueo de los museos de Bagdad? Y no es terrorismo ofrecer la reconstrucción de una ciudad que ellos mismos destruyeron: ¿eso, acaso, no es terrorismo económico?.                                                                                                                                 Algo más grave aún: reconstruir una ciudad a imagen y semejanza de quienes la destruyeron es un acto terrorista que tiene implicaciones religiosas y culturales de proporciones que aún no podemos prever. Sí, implicaciones futuras. Otra mirada permite pensar que la guerra contra Irak se convertirá, así, en una abierta confrontación entre Occidente y el mundo musulmán víctima de esta guerra que se ha planeado desde aquí, sin otras implicaciones que aquellas que pueden dar quienes se consideran hoy adalides de la democracia y de la libertad, eso sí, de la que ellos creen que es útil para sus intereses.                               

Así que desde el 11 de septiembre de 2001 el mundo inició una guerra taimada y desleal, incluso con el sentido mismo de guerra, con el que dan, por lo menos, los soldados que participan en ella: sí, dejan de ser soldados para convertirse, casi mecánicamente, en mercenarios, y por eso el número de combatientes latinos es tan impresionante: algo más de 30 mil: los miles de latinos que pensando en el sueño americano van, a las buenas o a las malas, a vivir en los Estados Unidos y allí se alistan en lo que sea, para hacer realidad ese anhelo.                                                                                                                                        

Desde entonces, con más fuerza de la que se supone, se abrió la “Caja de Pandora” del terrorismo internacional. No tenemos ahora ni idea de la dimensión de la tragedia que parece avecinarse.  

* Periodista y profesor de la Universidad Externado de Colombia. Correo electrónico: [email protected]                                                                                                                                             

Especial para “Horizonte, para una convivencia en Medio Oriente”. 

 

El fundamentalismo israelí

Por Damián Szvalb

(Desde Buenos Aires)

Los actos terroristas tienen una particularidad que los distinguen de cualquier otra acción violenta: tienen como objetivo principal matar civiles indefensos. En este sentido podemos hacer historia y referirnos a los dos casos más resonantes de terrorismo llevado a cabo por personas que estaban plenamente integradas en la sociedad israelí. Uno fue el asesinato masivo de 29 creyentes palestinos perpetrado por Baruj Goldstein en la mezquita de Hebron en 1994 y el otro, el asesinato del entonces primer ministro Itzjak Rabin, por Igal Amir en 1995.

Se haría una lectura equivocada y simplista si se explicasen estos dos casos como situaciones aisladas, emprendidas por dos asesinos que actuaron individualmente. Si bien Goldstein y Amir cometieron sus crímenes sin el apoyo “institucional” de ningún grupo en particular, ambos fueron impulsados a actuar por una ideología fuertemente arraigada en la cultura política israelí que tomó forma luego de la guerra de 1967. Ahí se consolidó una alianza entre la ultraderecha nacionalista y la ultraderecha religiosa que creó una ideología que no hay que dudar en llamar fundamentalista y que hizo pie en un sector de la sociedad israelí.                                                                                                                                                                  

 

Baruj Goldstein había nacido en Estados Unidos, se había transformado en un ortodoxo reformista y era miembro del movimiento racista Kaj, que fue fundado por el rabino Meir Kahane. Kaj protagonizó su primer hecho de violencia grave en 1982, cuando durante una manifestación del movimiento Paz Ahora, dos activistas de la agrupación lanzaron una granada contra la multitud por lo que resultó muerto Emil Grinswaing, un joven activista pacifista. Hasta que fue prohibido por el Parlamento israelí, acusado de racista, la ideología del movimiento de Kahane tenía dos ejes fundamentales: promovía la expulsión de todos los árabes de la tierra de Israel y estaba contra todo judío que no entendiera y practicara la religión como ellos. Luego de los acuerdos de Oslo firmados por Rabin, Peres y Arafat, los poblados árabes de Cisjordania cercanos a los asentamientos judíos fueron objetivos de los fundamentalistas judíos, quienes emprendían contra aquellos una violencia que, hasta ahí, era de baja intensidad. La criminal aparición de Goldstein, quien fue abatido ese día por las balas disparadas por quienes se encargaban de la seguridad en la mezquita, despertó a buena parte de la sociedad israelí que hasta allí se mostraba indiferente.                                              

 

Por otro lado, el asesinato de Rabin en pleno centro de Tel-Aviv sucedió en medio de un clima político enrarecido, quizás, como nunca antes. Los grupos ultra religiosos más reaccionarios sintieron que luego de Oslo se les había generado un campo propicio para actuar. Vieron como la derecha y los partidos religiosos democráticos se estaban apartando de las normas que nunca deben transgredirse para que una sociedad continúe siendo pluralista. La oposición de derecha rompió muchos de los códigos de convivencia atacando verbalmente a Rabin y a Shimón Peres de forma tan violenta que le quitó a los fundamentalistas religiosos aquella penosa exclusividad de ser los únicos que descalificaban moralmente una decisión política de un gobierno democrático.                                                                                                                

 

Igal Amir, un egresado del movimiento juvenil sionista religioso Benei Akiba, fue quien llevó a la práctica aquella ideología. “Rabin y Peres son dos cabezas de la misma culebra. Hay que matarla, hay que aplastarla”, decía cuando los acuerdos con los palestinos ya eran una realidad. Amir venía de una familia de buen pasar y era un estudiante de abogacía; y fue justamente su formación y la gente con que se rodeaba en su vida cotidiana la que lo llevó a transformarse en un asesino. Fueron muchos los que le suministraban armas y explosivos, que fueron descubiertos durante la investigación en su habitación y en la de su hermano. La justicia israelí condenó a Igal Amir con la máxima pena para asegurarse que pase el resto de su vida encerrado en una cárcel.                                                                                                                             

 

Fue tal la virulencia política con que la derecha atacó a Rabin y a Peres y lo poco que hizo su dirigencia para condenar o al menos moderar las agresiones de sus seguidores contra los impulsores del proceso de paz, que cuando cuatro meses después del asesinato de Rabin, Netanyahu, el líder político del Likud, ganó las elecciones, muchos en Israel dijeron que ese había sido en verdad el triunfo de Igal Amir.