�En qué se diferencian los demócratas de los republicanos?
La posguerra en Irak y las elecciones en EEUU
Mientras la resistencia iraquí cada día toma un carácter más nacional y hace de la vida militar estadounidense en ese país una pesadilla de espanto, faltan pocas semanas para saber quién se quedará con la conducción del Poder Ejecutivo en el país-imperio. Mientras tanto, la propuesta en materia de política internacional del candidato demócrata John Kerry parece una mala copia de la del actual presidente George W. Bush.
�Mi oponente se propone hacer exactamente lo que ya estamos haciendo�. Además de maliciosa, la declaración del presidente norteamericano George W. Bush acerca de la posición de John Kerry con respecto a Irak y la guerra contra el terrorismo es fundamentalmente correcta. A poco más de un mes de las elecciones presidenciales de noviembre, el candidato demócrata no enfatiza un cambio de estrategia sino más bien una implementación más eficaz de la estrategia actual: ampliar la coalición de aliados norteamericanos, reemplazar las tropas de la ocupación con fuerzas iraquíes, reconstruir la economía y establecer un gobierno electo el año que viene. Es cierto que, con encuestas que lo muestran empatado o varios puntos detrás del actual presidente, Kerry ha comenzado a calificar a la invasión de Irak como un gran error. �Un profundo desvío en nuestra batalla contra nuestro mayor enemigo Al Qaeda�, según su discurso del 25 de septiembre. Pero el margen de maniobra de Estados Unidos en Irak es tan limitado que las propuestas de ambos candidatos se asemejan cada vez más.
Un ejemplo es la propuesta de reunir un mayor apoyo de la comunidad internacional para la reconstrucción iraquí. El mismo día en que Kerry criticaba a Bush por atacar a Saddam Hussein en lugar de Osama Bin Laden, el Secretario de Estado Colin Powell informaba al New York Times que se estaba preparando una cumbre con los países industrializados del G-8 y varios gobiernos del Medio Oriente para discutir las elecciones iraquíes previstas para enero del año que viene. La cumbre, similar a una ya propuesta por Kerry, se celebraría el mes próximo. Conscientes de que todo esto involucra a las elecciones de Washington mucho más que a las de Bagdad, la comunidad internacional concordó en que sería mejor que la cumbre se celebrara un poco más tarde, después del 9 de noviembre, por lo menos. �Creo que la conferencia sería útil, pero no hay que apresurarla,� explicó el canciller francés Michel Barnier.
Ciertamente no conviene que las propuestas a corto plazo de Bush y Kerry sean muy distintas. Después de todo, el ganador de las elecciones de noviembre no asumirá el poder hasta el 20 de enero. No sería lo ideal que el gobierno norteamericano estuviera en un limbo entre dos candidatos con políticas radicalmente distintas mientras que en Irak se celebran unas elecciones nacionales potencialmente caóticas.
�Pero hay realmente diferencias importantes entre las estrategias de George W. Bush y John Kerry hacia Irak? Algunas, pero ninguna es muy importante. Kerry, por ejemplo, afirma que su estrategia se basará en reunir un mayor apoyo de la Unión Europea, especialmente de Francia y Alemania, así como también de la ONU. Esto podría ser útil en términos de dinero, pero no mucho más. Primero, porque los países a los que la Administración Bush ve como �la Vieja Europa� tienen escasa capacidad militar como para reforzar la ocupación, incluso si sus gobiernos tuvieran la más remota intención de hacerlo. Segundo, la insurgencia iraquí no surge de una protesta contra el unilateralismo norteamericano, y por lo tanto no va a disminuir si la OTAN, la Unión Europea o la ONU agregan su rúbrica a la ocupación. Al contrario, una mayor presencia europea podría agregar especimenes europeos a la colección de decapitadas cabezas norteamericanas que produce el jordano Abu Musad al-Zarqawy. Así, lo que ofrece John Kerry es en ciertos sentidos poco más que un cambio de retórica.
A la campaña demócrata le gusta atacar a Bush por crear un �pantano� similar a Vietnam. Pero lo inquietante acerca de Irak no es su semejanza a Vietnam sino su diferencia. En Vietnam había una insurgencia única, mientras que en Irak hay varias, la mayoría antagónicas entre sí. La alternativa a un protectorado norteamericano no es un Irak independiente sino un no-Irak. La milicia chiita de Moktada al-Sadr en Najaf, por ejemplo, no va a unirse armoniosamente con los insurgentes sunnitas ex-Baathistas en Falluja si Estados Unidos decide retirarse. Lo que sucede en Irak es una guerra de liberación solamente en primer término: como tantas otras guerras de liberación, se transformará en una guerra civil una vez vencida la ocupación extranjera.
Así, la consolidación de un Estado iraquí es esencial para evitar que Irak siga el camino del Líbano, Yugoslavia o Afganistán. Las elecciones planeadas para enero son menos importantes en ese sentido que la creación de fuerzas de seguridad eficaces, ya que sólo tales fuerzas pueden garantizar que el gobierno electo sea algo más que una modesta alcaldía de Bagdad. Y la intención del mando norteamericano de eliminar las �zonas liberadas� controladas por grupos insurgentes carece de sentido a menos de que existan fuerzas iraquíes capaces de controlar el territorio reconquistado.
Pero esta �iraquización� de la ocupación encierra peligros similares a los de la �vietnamización� de tres décadas atrás. El desempeño de las tropas iraquíes durante los pasados alzamientos en Najaf y Fallujah fue menos que brillante, con algunas unidades sumándose a los insurgentes. Tales fiascos llevaron a Washington a priorizar la misión de entrenamiento que dirige el general David Petraeus, ex jefe de la 101 División aerotransportada, y hay informes de que las nuevas fuerzas son más confiables. Según datos del Pentágono y del gobierno interino iraquí, el número de batallones en servicio aumentará de los actuales seis a unos 27 para las elecciones de fines de enero. Nadie sabe con certeza cómo se desempeñarán estas unidades. �Los números de tropa entrenada son vagos, dado que el entrenamiento es a menudo superficial o inadecuado,� advirtió Anthony Cordesman del Center for Strategic and Internacional Studies (CSIS) en Washington, DC. Tampoco es claro si se ha resuelto el problema de la lealtad: el 27 de septiembre, el mando norteamericano arrestó a un general de la Guardia Nacional iraquí por �asociarse con altos líderes de la insurgencia�.
Esto se traduce en una presión cada vez mayor sobre el verdadero ejército iraquí: las Fuerzas Armadas norteamericanas. El Pentágono está reforzando su departamento de reclutamiento previendo una caída en el número de alistamientos voluntarios. En la Guardia Nacional, este año se reclutaron 5.000 soldados menos de los requeridos, el mayor déficit de ese tipo desde 1994. Todo parece indicar que la alternativa es reducir la ocupación o aumentar el número de soldados en servicio activo. Michael O�Hanlon del Brookings Institution estima que deben agregarse por lo menos 40.000 soldados. La importancia de tales números puede encontrarse en una iniciativa que está causando cierta inquietud en la opinión pública norteamericana: recientemente comenzaron a renovarse el personal y archivos de los organismos encargados de implementar el Selective Service, el equivalente de la conscripción en Estados Unidos. Se informó que pronto estarán listas para entrar en funcionamiento.
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