Arafat: �Expulsión, asesinato o muerte por enfermedad terminal?
Nuevo dilema en Medio Oriente
Harto de estar harto de responsabilizar al presidente palestino por los atentados terroristas, Israel dio un temerario paso adelante y abrió la puerta a su deportación o asesinato. �Simple amenaza o camino sin retorno? Los israelíes apoyan la moción y el mundo la condena. Dudas sobre los rumores que dan pocos días de vida a Arafat.
Coincidiendo con el segundo aniversario del 11-S, los once ministros que conforman el Gabinete Reducido para Asuntos de Seguridad resolvieron que "Arafat es un obstáculo para todo proceso de reconciliación entre israelíes y palestinos" y se comprometieron a que "ese obstáculo desaparezca en forma y tiempo que se determinarán más adelante". Luego se precisó que tal "desaparición" se refería a su expulsión de los territorios, aunque ésta no sería inmediata, y se descartó su asesinato, si bien el viceprimer ministro Ehud Olmert indicó que era una de las acciones que se consideraban. El gobierno también ordenó al Ejército trazar planes para una posible evacuación del líder palestino, refugiado en la Mukata. La decisión reflejó el triunfo de la gran mayoría de los ministros, encabezada por los titulares de Relaciones Exteriores, Silvan Shalom, y Defensa, Shaul Mofaz, y desoyó las recomendaciones de los servicios de seguridad. Su jefe, Avi Dichter, había dicho que presentaría alternativas que ayudaran a presionar al presidente palestino para que combatiera el terrorismo o se fuera por propia voluntad. Días después, Mofaz declaró que "el gran error histórico de Israel fue no haberlo exiliado antes" y que "el destino de Arafat está en manos del primer ministro Kureia y la forma en que desmantele las organizaciones terroristas". Por su parte, medios de prensa israelíes informaron que, desde hace dos años, el Ejército ha dedicado esfuerzos y presupuesto para preparar la captura de Arafat en la Mukata. Según explicaron, en previsión de ello es que las puertas del recinto permanecen selladas con bloques de cemento y sólo una pequeña hendidura permite el ingreso. Al cierre de esta edición se conoció que las Fuerzas de Defensa de Israel estarían listas para proceder.
Apoyo de la ciudadanía
Según una encuesta divulgada por Iediot Ajronot y realizada antes de que el Gobierno tomara esa decisión, la mayoría (60%) de los israelíes aprobaba la expulsión de Arafat. Un 37% incluso sostuvo que Israel debe matarlo, mientras que un 21% respondió que debe continuar su aislamiento en la Mukata y un 15% abogó por su liberación. Sin embargo, un 42% no considera que su muerte o deportación ayudaría a poner fin al terrorismo y un 26%, que "la situación empeorará", en tanto que un 27% entiende que "ayudará a que disminuya el terrorismo". Horas antes de que el gabinete declarara "deportable" a Arafat, en su editorial, The Jerusalem Post pidió al Gobierno que "mate" a Arafat, ya que "el mundo" no le deja "otra alternativa". El líder opositor, Shimón Peres, se opuso a la expulsión y aseguró que "sería un error de magnitud histórica", porque lo convertiría en un mártir y le devolvería legitimidad, haciéndolo más peligroso para los intereses de Israel.
Resistencia palestina
Ni bien conocida la noticia, miles de palestinos se concentraron en el Palacio Presidencial de Ramala para protestar contra la decisión e impedir una posible acción del Ejército israelí. Simultáneamente, otros millares se manifestaron en decenas de ciudades de los territorios y en los campos de refugiados del sur del Líbano. Por su parte, Hamas y Brigadas de los Mártires de al-Aksa amenazaron con una ola de atentados si Israel expulsa a Arafat, mientras que Yihad Islámica anunció una resistencia armada. Arafat le habló a la multitud y le dijo que "Abu Ammar (su nombre de guerra) se queda donde está. Esta es mi patria y éstos son lugares sagrados, y nadie podrá expulsarme. Si tienen bombas, me pueden matar, pero yo de aquí no me muevo". Luego declaró a la prensa que Israel pretende no sólo expulsarle, sino también "eliminar" la Autoridad Nacional Palestina. A su turno, el virtual canciller, Nabil Shaath, calificó la medida como "una declaración de guerra al pueblo palestino", y el entonces primer ministro propuesto Abu Ala anticipó que la misma tendría "gravísimas consecuencias" para Medio Oriente y para todo el mundo árabe. Semanas después, desde el propio entorno de Arafat se filtraron imprecisas noticias sobre un agravamiento del estado de salud del líder palestino, que incluyó especulaciones de todo tipo hasta la trágica "Arafat se muere en cuestión de días o incluso horas". Las versiones le adjudicaron una "dolencia estomacal que afectó fulminantemente el hígado y otros órganos vitales", un preinfarto, cáncer de estómago, un tumor en el intestino grueso, y un "extraño virus que le provoca fuertes vómitos y una severa descompensación que le hizo perder ocho kilos". Como era previsible, en la calle corrió el rumor de que había sido envenenado por agentes israelíes. También se indicó que Israel le permitiría viajar a Jordania para ser tratado, pero que no le garantizaba su regreso, y que el rais lo habría rechazado porque prefería morir en la Mukata. En tal caso, se dijo que Arafat habría pedido a Egipto que mediara para que Israel autorizase su entierro en la Explanada de las Mezquitas, seguramente conciente de lo provocativo de la sola enunciación de la idea. Por otra parte, otros se encargaron de anticipar el futuro post-Arafat y vaticinaron que la interna palestina "podría explotar" impredeciblemente.
Veto a la condena
George Bush se opuso rápidamente a la expulsión y le recordó a Sharón su promesa efectuada en el año 2001 de no tocar a Arafat. El rechazo a la medida se reprodujo en todo el mundo y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas emitió un comunicado señalando que "la expulsión de Arafat sería contraproducente y no debería implementarse". Por su parte, el embajador israelí ante la ONU, Dan Gillerman, calificó de "hipócritas" las críticas de la ONU, la Unión Europea y otros países: "Cuando se trata de defender a un terrorista como Yasser Arafat el mundo se moviliza, pero cuando niños y mujeres se hacen matar en las calles de Israel, el Consejo de Seguridad de la ONU nada dice". Luego, la Liga Arabe y Siria pidieron al Consejo de Seguridad que prohíba la expulsión de Arafat, pero Estados Unidos vetó la propuesta. Si bien se dijo que la misma incluía "una condena a todos los actos de terrorismo", Washington quería que explícitamente se rechazara el accionar de las organizaciones fundamentalistas palestinas.
Arafat no necesita más ayuda
Un mes después de la resolución del gabinete de seguridad, Sharón descartó la expulsión de Arafat en declaraciones a la prensa, al calificarla de "opción poco realista" que "nada bueno" traería a Israel. "La probabilidad de expulsarlo sin hacerle daño es pequeña �precisó�. No sólo por sus guardaespaldas, sino también porque está protegido por una cadena humana." Sin embargo, reiteró que no habrá "salida o proceso político que conduzca a la paz" mientras Arafat tenga el control, porque ningún primer ministro palestino gozará de suficiente independencia para frenar el terrorismo. Pero como muestra de los vaivenes que suele presentar Medio Oriente, al día siguiente defendió la expulsión del líder palestino. Este ida y vuelta señala la decisión del gobierno israelí de mantener la "espada de Damocles" pendiendo sobre la cabeza de Arafat. Da la sensación de que Sharón sintió que ya no podía resistir la exigencia de su pueblo, pero que ésta -a su vez- sólo se mantendrá en el rango de eterna amenaza. De no ser así, Israel estaría cometiendo al menos un grave error. Si lo expulsa, Arafat se fortalecería y -desde su papel de víctima- coparía los organismos internacionales y los medios de comunicación para denunciar su situación, al tiempo que seguiría enviando y dirigiendo a los suicidas que asesinan israelíes a diario. Si lo mata, Arafat sería un mártir. Ya tiene el Premio Nobel, no necesita más favores de Israel, que sería acusado -y con él, todos los judíos- poco menos que de deicidio, otra vez. Paralelamente, se desataría un infierno en todo Medio Oriente, cuyas consecuencias son inconmensurables. En Israel (y no sólo en Israel) se duda de los informes sobre la salud de Arafat y se cree que puede tratarse de pura propaganda para martirizar a su líder, que recobró la protección mundial. Basta recordar que la muerte de Hafez al-Assad se produjo unos veinte años después de su "anuncio". No obstante lo cual y si fuera cierto, se presentaría el mismo escenario que en caso de expulsión o asesinato, de modo que no se vería justificado que Israel acelerara el tiempo y fuera acusado por ello, más allá que -de todos modos- lo responsabilizarán por el hipotético deceso del máximo terrorista palestino.
-RECUADRO-
Rechazo unánime en el mundo
� Kofi Annan (secretario general de la ONU): "Sería imprudente expulsarlo".
� Scott McClellan (vocero de George Bush): "No contribuiría a hacer avanzar las cosas en la región, sino que le ofrecería una tribuna más amplia".
� Richard Boucher (vocero de Colin Powell): Arafat es "parte del problema y no de la solución", pero teme que dañarlo conduciría a una escalada de violencia en la región.
� Hosni Mubarak (Presidente de Egipto): Sólo Arafat tiene "la experiencia y el conocimiento para frenar el terrorismo. Ningún primer ministro palestino tendrá posibilidades de éxito sin su ayuda". Expulsarlo "sería un error descomunal. Nadie puede prever lo que puede ocurrir en los territorios tras ello. El terrorismo y la violencia explotarían y nos encontraríamos todos en una situación muy peligrosa".
� Hisham Yusef (vocero de la Liga Arabe): "La decisión provocará graves consecuencias negativas, no sólo en Medio Oriente sino en todo el mundo".
� Akbar Hashemi Rafsanjani (ex Presidente de Irán): "No resolverá el dilema del proceso de paz en Medio Oriente, pues Arafat fue el primero en hacer concesiones. La única salida es continuar la resistencia contra los sionistas".
� Franco Frattini (canciller de Italia, en nombre de la Presidencia pro tempore de la Unión Europea): "La expulsión perjudicaría la actuación de la Hoja de Ruta".
� Jack Straw (canciller de Gran Bretaña): "Pido a Israel que no permita que su enojo justificado por la constante violencia le lleve a tomar acciones que minarían el proceso de paz y sus propios intereses".
� Dominique de Villepin (canciller de Francia): "Es una decisión equivocada".
� Adolfo Aguilar Zínser (embajador de México en la ONU): "Mi gobierno hace votos por que no se tomen medidas para expulsar a Arafat, ni confinarlo. El es el legítimo representante del pueblo palestino, electo por éste y debe ser respetado como tal. La Autoridad Palestina y Arafat deben entender que todo lo que hagan por detener el terrorismo será en beneficio de la fundación del Estado palestino. La paz no se logrará con la expulsión de Arafat".
� Heraldo Muñoz (embajador de Chile en la ONU): La expulsión va contra "la dignidad del pueblo palestino y su autoridad democrática. Chile condena todos los actos de terrorismo".
� Alexander Downer (canciller de Australia): "No estamos de acuerdo".
� Kong Quan (vocero de la Cancillería): "China se opone con firmeza a la deportación, así como a cualquier amenaza en su contra".
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