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Parecidos y diferencias entre la guerra de Irak e Israel: �una 'doble moral'?

Guerra en el Medio Oriente

Autor: Ron Facundo   Lerer
A pesar de los ataques y del involucramiento que otros hacen contra Israel al compararlo con Irak en el no cumplimiento de las resoluciones de la ONU, hay algo de promisorio en el apuro de George W. Bush por abocarse a la paz entre Israel y los palestinos al d�a siguiente del final de esta guerra.

Al tiempo que se escriben estas líneas, cuando los Marines norteamericanos comienzan a sitiar la ciudad de Bagdad insinuando así que el principio del fin de la Guerra de Irak podría estar acercándose, el nuevo tema que ocupa al liderazgo americano es el día después. Al tiempo que la administración Bush comienza a construir un gobierno en las sombras que administraría el país árabe en la era post-Saddam Hussein, cada día hay más indicios que el próximo tema que monopolice la atención internacional será el futuro del proceso de paz entre Israel y los palestinos.

 

La vinculación entre la guerra en Irak y el conflicto palestino-israelí, ha sido propuesta en tres diferentes dimensiones. La primera es casi obvia para aquellos acostumbrados a la realidad israelí: las imágenes de soldados norteamericanos luchando en las callejuelas de poblados árabes, arrestando milicianos de civil, o siendo víctimas de atentados suicidas. La similitud de las situaciones es casi obvia, como el periódico Maariv gráficamente propuso algunos días atrás. La vinculación ha sido propuesta también, aunque desde una perspectiva diferente, por la prensa árabe. Así, por ejemplo, los titulares del popular periódico egipcio Al Gomhuria describían "la valiente resistencia a la ocupación en Irak y Palestina: 15 soldados americanos heridos... y un resistente combatiente palestino se explota entre 30 israelíes en un café en Natania." De hecho, en los Estados Unidos, cada vez han sido más, durante estos últimos días, los especialistas en terrorismo que han subrayado la potencial similitud de los atentados suicidas en los territorios ocupados, y los recientes atentados contra tropas norteamericanas y británicas e Irak, y las consecuencias que dichos parecidos podrían tener para el futuro de la estancia aliada sobre territorio iraquí.

 

Sin embargo, más allá de dichas comparaciones, en las últimas semanas hemos sido testigos de un diferente tipo de conexión: una de tipo político-diplomático, que  relaciona las medidas tomadas en contra de Saddam Hussein con las posibles repercusiones que dichas medidas podrían tener para el futuro de Israel. En este sentido, el enlace entre la guerra en Irak y el conflicto con los palestinos ha sido hecha básicamente en dos planos diferentes. Uno, que ha sido defendido en forma lamentable por el liderazgo político británico en las últimas semanas, es aquel de la supuesta �doble moral� de la comunidad internacional hacia Irak e Israel. El segundo, más positivo y mejor presentado por la administración Bush -y tal vez más crucial para Israel- es sobre la necesidad de volver a atender, de forma más global, los �problemas� del Medio Oriente una vez que Saddam Hussein sea historia.

 

�UNA "DOBLE MORAL" RESPECTO DE  ISRAEL E IRAK?

 

El  ejemplo más reciente del primer tipo de comparación fue propuesto el 27 de marzo pasado por Jack Straw, ministro de Relaciones Exteriores del Reino Unido, quien expresó su preocupación por el doble estándar según el cual occidente se ha comportado hacia Irak e Israel,  "diciendo por un lado que las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre Irak han de ser implementadas; por el otro, a veces apareciendo más bien �quijotesco� en lo que respecta a la implementación de las resoluciones sobre Israel y Palestina.� Como muchos periódicos en Israel han demostrado, esta declaración fue lamentable, no sólo por la equiparación moral facilista que comporta entre Israel/Sharon e Irak/Saddam, sino porque implica un total desconocimiento de causa del encargado de las relaciones exteriores de la segunda potencia mundial. Obviamente formuladas por razones políticas, estas declaraciones reflejaban la opinión de muchos activistas �anti-bélicos�, principalmente en el continente europeo, que, como el máximo diplomático británico, desconocen la diferencia normativa de las resoluciones del Consejo de Seguridad.

 

Esta posición es el resultado de muchas presiones políticas, sin duda. Sin embargo, ella nace de la supuesta ecuación que explica que, si Irak ha sido forzada a cumplir con las resoluciones de la ONU, entonces también la comunidad internacional debería obligar a Israel a cumplir con las resoluciones del organismo internacional. Además, sigue la acusación, Irak ha sido atacada por la posesión de armas de destrucción masiva, a la vez que es ampliamente aceptado que Israel posee desde fines de los años '60 armas nucleares.

Este dudoso vínculo fue proclamado por primera vez por nada menos que Saddam Hussein, cuando propuso intercambiar la retirada de su ejército de Kuwait, a cambio de una retirada israelí de los territorios ocupados. El secretario Straw no erró sólo en aceptar la lógica del dictador, sino que, además, ignoró o prefirió obviar aviesamente en su acusación la diferencia sobre el plano legal entre el caso israelí e iraquí. Como un excelente artículo en The Economist explicaba, la Carta de las Naciones Unidas distingue entre dos tipos muy diferentes de resoluciones. El primer grupo, aprobadas bajo el capítulo VI de la Carta (�arreglo pacífico de controversias�) son resoluciones a título de recomendación, es decir, no obligatorias. La suposición es que estas resoluciones son aprobadas tomando en cuenta la complejidad del conflicto, y no a causa de una simple agresión injustificada. La totalidad de las resoluciones que conciernen al conflicto árabe-israelí pertenecen a esta categoría, y no están específicamente dirigidas a Israel, sino que demandan en la mayoría de los casos a ambas partes el tomar medidas. Así, por ejemplo, la famosa resolución 242, a la vez que afirmaba la necesidad de la retirada israelí, demandaba "el cese de todos los estados de beligerancia... y respeto y reconocimiento de la soberanía, integridad territorial e independencia política de todos los estados de la zona�. Todo esto obviamente no ha sido acatado por los países árabes, ni por los palestinos. De este modo, las resoluciones de la ONU en relación a Israel �sin duda alguna por el contexto de la Guerra Fría en el cual fueron aprobadas-, responsabilizaban tanto a israelíes como a árabes por la situación. A consecuencia de esto, la ocupación de los territorios por parte de Israel no es ilegal per se (ya que no existe una solución dictada por la ONU en lo relativo a una retirada israelí), aunque los intentos de modificar la realidad demográfica y legal de dichos territorios sí que podría ser considerada como tal.

 

El segundo grupo de resoluciones del Consejo de Seguridad es de una naturaleza diferente: estas decisiones fueron dictadas bajo los auspicios del capítulo VII de la Carta (�acción en caso de amenazas a la paz, quebrantamientos de la paz o actos de agresión�), de un carácter obligatorio. Todas las resoluciones con respecto a la actual crisis en Irak fueron definidas bajo este artículo, ya que, tanto en el caso de la invasión de Kuwait en 1990 como en la cuestión de armas de destrucción masiva, no se percibía internacionalmente como un conflicto con diferentes responsables, sino como acciones llevadas a cabo de una forma unilateral por una única parte: Irak.

 

Otra equiparación presentada por varios grupos y activistas anti-israelíes es la que se refiere a la posesión de armas no-convencionales, y específicamente armas nucleares. Con una lógica simplista estos individuos se preguntan: �por qué Irak ha de ser condenada y atacada por contar con este tipo de armamento, mientras que el mundo le perdona a Israel el supuesto mantenimiento de un arsenal nuclear? La respuesta a esta pregunta, es en sí muy simple: la producción de armas nucleares no es, de por sí, ilegal. Lo que convierte la posesión de este tipo de armas en ilegal, es la previa firma del tratado de no-proliferación de armas atómicas (NPT), el cual, a diferencia de Irak, Israel nunca firmó. La ONU ha pedido (ya que no se le puede demandar) a Israel que adjunte su firma a dicho tratado, pero los gobiernos israelíes, considerando que dicho acto comprometería la seguridad nacional, se han negado.

 

Saddam Hussein, sin embargo, intentó manipular a la comunidad internacional al firmar el NPT, el cual le permitió recibir ayuda para construir reactores nucleares �para objetivos civiles� de la Agencia Internacional de Energía Atómica, luego intentando reconvertir la tecnología nuclear civil hacia objetivos militares. Siria, Irán y Egipto han sido otros de los estados que, al firmar el tratado, se han comprometido a no producir este tipo de armas.

 

Así pues, la correlación negativa entre el incumplimiento israelí de las resoluciones de las Naciones Unidas y el iraquí es básicamente falsa: los dos casos son esencialmente diferentes, y el intentar tratar el conflicto palestino-israelí como si se tratara de una situación unilateral en la cual hay tan sólo un responsable �lo cual quedó implicado por la conexión hecha por el ministro de Exteriores de Gran Bretaña- es deshonesto. El sostenimiento de esta lógica por parte de diplomáticos y líderes europeos tenderá a reforzar la sensación israelí de que los gobiernos del viejo continente no están interesados en una verdadera resolución del conflicto, sino en la imposición de una solución que socavaría la soberanía y autonomía política israelí.

 

EL "MAPA DE RUTAS" Y EL MAPA DE BAGDAD

 

Sin embargo, la guerra en Irak ha traído otro tipo de conexión: la posible revitalización del proceso de paz. Fue ampliamente publicado durante las últimas semanas que el Primer Ministro británico ha presionado al presidente norteamericano para que éste presente el programa de paz anglo-americano para el Medio Oriente, conocido como el "mapa de rutas". Esta medida ha sido propuesta por los británicos con el declarado objetivo de superar el escepticismo del mundo árabe sobre el compromiso de estadounidenses e ingleses con un estado palestino viable y recalcada por el mismo Bush, quien, ya a fines del pasado febrero decía que "el éxito en Irak podría comenzar una nueva etapa en la paz del Medio Oriente, y poner en marcha un progreso hacia un estado palestino verdaderamente democrático." La lógica de la conexión propuesta por Bush era que el desbanco de Hussein negaría a extremistas palestinos un "rico patrón" en lo que se refiere a subvención de familias de terroristas suicidas por parte del régimen iraquí.

 

Este racional fue recalcado últimamente por el secretario de estado norteamericano, Colin Powell, quien habló a fines de marzo en el encuentro anual de AIPAC -el mayor lobby a favor de Israel en Estados Unidos- que contó con la presencia del ministro israelí de Relaciones Exteriores, Silvan Shalom. Mientras sus tropas ocupaban el aeropuerto de Bagdad, Powell explicaba a una audiencia ampliamente pro-israelí que el mencionado "mapa de rutas" demandaba el eventual fin de la expansión de los asentamientos en los territorios ocupados, la creación de un estado palestino con fronteras provisionales hasta fines de año, llegando hasta el 2005 a un acuerdo permanente. El hecho de que el secretario de Estado norteamericano haya decidido presentar frente semejante público el tema del proceso de paz y la necesidad de cambiar radicalmente la política del actual gobierno israelí en relación a los asentamientos demuestra sin duda, que, a diferencia de lo que ciertos ministros israelíes creían comprender (incluido Silvan Shalom mismo), no se trata de una simple retórica para apaciguar la agitada opinión pública árabe, sino que se trata de una verdadera política norteamericana. Aunque la voluntad de presión estadounidense sobre ambos lados queda aún por ser vista, aquellos que creen que no se trata más que de un "bluff" de la Casa Blanca harían bien en observar el recorte de tres mil millones de dólares en el paquete anual de ayuda norteamericana para el presente año. Las noticias sobre la creación en la CIA de un departamento encargado de verificar el cumplimiento del "mapa de rutas" por ambos lados apuntaría más aún a una verdadera voluntad norteamericana de llevar adelante dicho plan.

 

En Israel estamos acostumbrados a responder de forma más o menos axiomática a las conexiones con dudosas situaciones, sobre todo si éstas se refieren a dudosos tiranos árabes. Nosotros no somos así, nos decimos, no nos comparen con esos déspotas; el autor de estas líneas más de una vez se ha sentido infamado por dichas comparaciones, y ha expresado su rechazo. Sin embargo, más allá de la realidad o engañosidad de las comparaciones, más allá de la relevancia de falsas retóricas, en la presente coyuntura hemos de ser concientes que las imágenes de las estatuas de Saddam Hussein siendo tiradas abajo podrían agorar un cambio fundamental en el Medio Oriente. No la democracia en Irak o en la ANP �la total falta de una cultura democrática en estas partes del mundo imposibilitan tal realidad en un futuro cercano-, sino la reapertura del proceso de paz, con la participación activa de Estados Unidos. Esto último no es, no puede ser, algo negativo para Israel; sean cuales sean nuestras opiniones sobre la voluntad palestina de llegar a una paz acordada, hemos de estar de acuerdo que la única salida de la impasse en la cual nos encontramos es una negociación. El cambio de ambiente en el Medio Oriente gracias a la guerra en Irak podría proveer, de forma similar a lo sucedido después de la primera guerra del Golfo, una solución para el estancamiento, y parafraseando al difunto Abba Eban diría que, después de casi tres años de sufrimiento diario, sería una lástima que perdamos la oportunidad de aprovechar una oportunidad.

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