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Presiones sobre Bush, para que presione a Israel
La pol�tica de la guerra
Es la realpolitik lo que produjo esta guerra con Irak, y es la misma realpolitik la que, despu�s de ella, puede impulsar la paz con los palestinos. Con su mapa de rutas, Bush estar� pagando a Blair por los servicios prestados.
Empecemos por decir lo
obvio: esta guerra es ilegal. George Bush no logr� repetir el tr�mite de su
padre 12 a�os antes, as� que decidi� dejar la dependencia burocr�tica de un
portazo. Con ello, Bush podr�a estar echando por tierra la organizaci�n que
naci� precisamente para evitar situaciones como esta. Que el norteamericano no
ten�a una causal de guerra clara ya se sabe. No es que mucha gente sesuda vaya
a rasgarse las vestiduras con la derrota y ca�da de Saddam Hussein. Tambi�n es
cierto que Saddam estaba bicicleteando a los inspectores de la ONU y al resto
del mundo con sus trucos. Pero cuanto menos, este estiramiento de cosas, en que
Saddam se desnudaba de a poco, como c�scaras de cebolla, evitaba de momento los
males de la guerra.
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Digamos tambi�n que,
para evitarla de verdad, Europa debi� haberse alineado con Estados Unidos en
una sola cosa: no en la guerra, sino en la amenaza de tal. Un ejemplo pat�tico
es el que representa Jacques Chirac. En Francia ahora se preguntan si no se le
fue la mano con su combatividad antinorteamericana. Si al comienzo defendi� el
principio de que toda acci�n contra Irak debe ser emprendida desde el marco de
la ONU, incluida una guerra, termin� emborrach�ndose con las encuestas de
popularidad y se convirti� en el abogado defensor de Saddam Hussein,
oponi�ndose a toda posibilidad de opci�n b�lica.
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Con ello no hac�a otra
cosa que condenar a los inspectores de la ONU al fracaso: si tengo al tonto de
Chirac cuid�ndome las espaldas, pensaba Saddam, y al blando de Hans Blix como
jefe de los inspectores, cuya �ltima intenci�n en la vida es dar el aval a nada
menos que una guerra, no hay ninguna necesidad de desarmarme de veras. No
sabemos cu�l es el destino que correr� Blix y toda la ONU con �l. El futuro de
Chirac tambi�n es incierto, si permanece fuera del reparto del bot�n cuando
termine la contienda. Por las dudas, el franc�s ya ha amenazado a Saddam: si
utilizan armas no convencionales en la guerra, Francia entrar� en ella. En
otras palabras: despu�s de "quemarme" defendi�ndote con el argumento
de que no hay pruebas de la existencia de armas biol�gicas o qu�micas en tu
haber, no se te ocurra hacerme quedar como un payaso ante el mundo, desenfundando
bacterias o gases.
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Pero Chirac estar� en
problemas porque su supuesta defensa a ultranza de la paz tuvo dos
razones.� Una, presentar una opci�n
de contrabalance al poder unipolar de Estados Unidos; la segunda, defender los
negocios a futuro, en especial petroleros, con el r�gimen de Saddam Hussein
cuando se levantaran las sanciones. Pues, a diferencia de Estados Unidos,
Francia (y Alemania, y Rusia) s� es dependiente del petr�leo iraqu�, y los
derechos humanos de los pobres iraqu�es tampoco le importan demasiado. Para
Estados Unidos el petr�leo es un factor influyente, pero no fue la causal de
guerra, como lo siguen leyendo err�neamente desde cierta izquierda simplista y
simploide en Europa y Latinoam�rica. Para Estados Unidos se trata de otro
inter�s vital: otro cap�tulo en el dise�o de un nuevo orden internacional que
tenga a ese pa�s como potencia hegem�nica que fija las reglas de juego. El
petr�leo y el dinero son importantes, pero no alcanzan para explicarlo todo. El
contrabalance que intent� Europa y su perfilamiento como potencia equilibrante
al poder norteamericano, precisamente estimul� la guerra en lugar de tender a
evitarla: nadie, ni grupos terroristas ni l�deres europeos, le dir�n a EE.UU.,
y menos al EE.UU. de George W. Bush, cu�ndo habr� guerra y cu�ndo habr� paz. La
guerra es sobre eso, no sobre petr�leo.�
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LA DOTE DEL MAPA DE
RUTAS
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Pero no todos en
Estados Unidos son George W. Bush. No es lo mismo la Casa Blanca que el
Departamento de Estado, y mucho menos que el Pent�gono. Al Departamento de Estado,
por ejemplo, s� le importa mucho lo que pueda opinar y decidir Europa. La
situaci�n actual, en la que los norteamericanos debieron ir a la guerra sin sus
aliados tradicionales, sin sus socios comerciales, sin sus contrapartes
formales en la OTAN, sin sus aliados de la Segunda Guerra Mundial �por los que,
por otra parte, se jugaron en su momento-, y junto a los cuales habr�n de
seguir formando el rico Primer Mundo, los G8 y dem�s foros opulentos, no es
justamente la ideal.
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En ese contexto se
inscriben los diferentes pronunciamientos del presidente norteamericano y su
secretario de Estado en el tema del proceso de paz entre Israel y los
palestinos. No es casual que Bush haya se�alado, ya en su famoso discurso de
junio, la necesidad de crear un estado palestino, acabar con la ocupaci�n, el
terrorismo y los asentamientos. No es que al mandatario le importe el asunto
como s� le importaba a Clinton. Pero Bush necesitaba convencer a sus socios
europeos de un�rsele en la guerra contra el Afganist�n de los Talib�n. El
discurso, aun contra las intenciones de su autor, se convirti� en una piedra
angular, seg�n la cual los dem�s actores debieron alinearse.
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En ese marco entra
tambi�n el "mapa de rutas", el nombre del plan de paz para Medio
Oriente a la Bush. Este postula la creaci�n de un estado palestino con
fronteras provisorias ya en la primera etapa, seguida del fin del terrorismo,
completar la democratizaci�n y descorrupci�n de la Autoridad Palestina y el fin
a la construcci�n de asentamientos israel�es en los territorios. Introduce el
elemento de la "simultaneidad": al mismo tiempo que ocurre algo del
lado palestino, debe producirse algo tambi�n del lado israel�, y viceversa.
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En concreto, se trata
de un peque�o precio a pagar por sus servicios al premier brit�nico Tony Blair.
Pues el l�der ingl�s se ha metido en verdaderos problemas. Al alinearse con
Washington en esta lid, perdi� dos bienes: uno, su otrora alta popularidad y
tal vez la posibilidad de ser reelecto; dos, ser el l�der de Europa que
condujera, junto con Francia y Alemania y encabez�ndolos, la alternativa
imperial a la monop�lica Norteam�rica. A tal punto, que surgieron voces en
B�lgica llamando a una alianza militar europea que deje fuera a Inglaterra. Lo
cual, cuanto menos en t�rminos de envergadura militar, ser�a como una alianza
militar en el sub-continente norteamericano que incluyera a M�xico y a Canad� y
dejara afuera a Estados Unidos.
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Por su propia
supervivencia y el lugar que ocupar� luego su pa�s en el mundo post segunda
guerra del Golfo, Blair necesita que Europa y Estados Unidos se reconcilien. El
alejamiento actual de los dos gigantes, con un pie en Europa y otro en Am�rica,
le ha desgarrado a Blair la ingle, y le duele. Por eso la necesidad de un
"linkage" entre la guerra en Irak y el conflicto
israelo-palestino. Tanto Blair como Bush saben que la ni�a de los ojos de
Europa es la soluci�n del problema palestino. Para reconciliar a ambas
potencias, Blair trae como dote a los europeos la promesa de Bush de impulsar e
incluso imponer a las partes en el conflicto, el mapa de rutas. Ello explica
que, desde la reuni�n en las islas Azores donde se decidi� el comienzo de la
guerra, e incluso en pleno fragor de una guerra que se extiende, Bush y
especialmente Blair repitan en cada ocasi�n que se les presenta, aunque suene
totalmente descolgado, que en breve publicar�n el mapa de rutas para Israel y
los palestinos. Colin Powell, secretario de Estado, ha ido m�s lejos al afirmar
que "luego de la guerra presionaremos fuertemente a Ariel Shar�n".
Pues, en su "lista de compras", luego de Saddam Hussein, Bush tiene
anotadas a organizaciones terroristas como Ham�s, Jihad Isl�mica y Fataj,
incluso a Arafat. Pero, para atraer a Europa, no es problema hacer en la
ret�rica que Shar�n siga a Saddam.
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MIENTRAS TANTO, EN
EL MEDIO ORIENTE
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Eso es, ni m�s ni
menos, m�sica para los o�dos europeos. Eso, y el nombramiento de Abu Mazen como
primer ministro de la Autoridad Palestina. Una de las formas que ha elegido
Europa para diferenciarse de EE.UU., como "�rbitro imparcial" a favor
de Israel, es el perfilarse como un "�rbitro imparcial" a favor de
los palestinos. Sin embargo, en los �ltimos meses, los europeos hab�an empezado
a dar muestras de impaciencia para con el l�der palestino. Comenzaron a cansarse
del est�mulo al terrorismo y de la corrupci�n de Yasser Arafat, cuyo s�quito
roba de los aportes de los "pa�ses donantes" de Oslo, empezando por
el dinero europeo, a costa de la construcci�n del estado palestino, y se
plegaron a las presiones norteamericanas por reformas en la AP. A trav�s de su
representante para el Medio Oriente, Miguel Moratinos, fueron muy concretos con
Arafat: o nombra Ud. un primer ministro que tenga atribuciones reales,
empezando por el control del dinero, o nos pierde como aliados. El nombramiento
de Abu Mazen como primer ministro palestino, pues, tambi�n tiene como trasfondo
la guerra con Irak.
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Este punto ha colocado
a los palestinos en un dilema. Por un lado condenan a Estados Unidos y festejan
la resistencia de los iraqu�es contra el demonio imperialista. Por otro,
esperan la pronta victoria norteamericana, ya que luego viene justamente el
mapa de rutas. De hecho, los pronunciamientos oficiales de la AP han sido m�s
que moderados, y las campa�as lanzadas desde las organizaciones del "mainstream"
palestino han llamado a la paz y a la solidaridad con el pueblo iraqu�,
absteni�ndose cuidadosamente de exagerar su apoyo a la persona de Saddam
Hussein. Por ejemplo, han distribuido gu�as telef�nicas iraqu�es y han invitado
a los palestinos a elegir un n�mero al azar y llamar para expresar solidaridad
con cualquier familia iraqu� en nombre del pueblo palestino. Las
manifestaciones turbulentas, en cambio, con quema de banderas norteamericanas y
dem�s, han sido convocadas por las organizaciones fundamentalistas isl�micas,
en especial Ham�s.
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Es lo que ocurre, dicho
sea de paso, en todo el mundo �rabe. Incluso la �ltima reuni�n de ministros de
Relaciones Exteriores de la Liga �rabe fue otra edici�n de muchas palabras sin
acci�n alguna. Liderados por Egipto, los �rabes condenaron la guerra y llamaron
a arreglar las disputas por la v�a diplom�tica, pero nada en defensa del
r�gimen de Saddam. La preocupaci�n com�n, en cambio, fue por c�mo controlar las
manifestaciones que amenazan con desestabilizar reg�menes que necesitan el
respaldo norteamericano para sobrevivir. La mayor�a de estos pa�ses est�n en un
dilema parecido al de Arafat, y s�lo Kuwait, por razones entendibles, es
un�voco en su apoyo a la guerra y a la pronta ca�da del dictador iraqu�.
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Mientras tanto, por
suerte para sus l�deres, las manifestaciones se moderaron, al contrario que en
Europa, Asia oriental o incluso en Estados Unidos. Aun Hizballah, bajo las
presiones sirias, se ha abstenido de calentar el l�mite norte de Israel, tal
como se tem�a aqu�, e incluso el ej�rcito liban�s ha aumentado sus patrullas en
la frontera. Hizballah tambi�n ha comprendido la posici�n de Ir�n, que se opone
s�lo a medias tintas a la guerra contra Saddam.
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Para Israel, la pr�xima
entrega del mapa de rutas de George W. Bush es una buena noticia o buena a
medias, depende de qu� lado del mapa pol�tico se encuentre el israel� en
cuesti�n. Para la izquierda ser� una noticia m�s que buena, no solamente por su
apoyo a cualquier proceso de paz, sino porque dicho plan introduce un elemento
hasta ahora ausente: la presencia activa del Cuarteto (EE.UU., la Uni�n
Europea, Rusia y la ONU) en la fiscalizaci�n del cumplimiento de las etapas.
Hace mucho que buena parte de los israel�es han llegado a la conclusi�n que,
solos, israel�es y palestinos no pueden arreglar sus asuntos, y que hace falta
una mano que lo imponga desde afuera. Esta lectura optimista dice que si antes
se trataba de intentar la paz como una cuesti�n de prestigio para aquellos
mediadores internacionales que lo intentaran, hoy se trata, por lo ya
explicado, y porque hubo una guerra de por medio, de una cuesti�n obligada de
alta realpolitik.
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Si el israel� que ve
los desarrollos desde lejos, en Irak y en el primer mundo, es en cambio de
derecha, los cielos se le aparecen ominosos, precisamente por las mismas
razones ligadas a la eventual imposici�n de soluciones desde afuera. Ante el
�ltimo anuncio de Colin Powell acerca de las presiones sobre Shar�n para que
acepte el mapa de rutas tal como est� y lo implemente a la brevedad, fuentes
gubernamentales en Jerusalem reaccionaron: "No podr�n imponerle a Israel
un mapa de rutas que no nos resulte aceptable. No pagaremos el precio de la
guerra en Irak". Ya desde el comienzo de la contienda b�lica, en la Oficina
del Primer Ministro se teme que Bush no cumpla la promesa hecha a Ariel Shar�n,
de que podr�a efectuar cambios al mapa de rutas antes de ser presentado a las
partes. Uno de esos cambios se refiere al mentado tema de la
"simultaneidad": Israel no se opone a que ambos cumplan los t�rminos
del acuerdo en paralelo. "Pero esta vez, deben empezar los
palestinos", dijo Shar�n. No obstante, ahora, incluso el director de dicha
Oficina, Dov Weissglass comienza a preparar a su entorno: "Igual, no
tenemos demasiados cambios para hacerle al mapa", se lo escuch� decir en
pasillos.
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Pero Blair y Europa
deben apurarse. Algunas actitudes de Bush son buenas se�ales para una eventual
reactivaci�n del proceso de paz: su apoyo al nombramiento de Abu Mazen como
primer ministro palestino, la invitaci�n de Condoleezza Rice al mismo para que
visite la Casa Blanca cuando Arafat nunca pudo entrevistarse all� con Bush; el
entusiasmo de la actual Administraci�n con la designaci�n de Silv�n Shalom como
ministro de Relaciones Exteriores israel� en lugar de Biniam�n Netaniahu, al
que en Washington consideran "un caso perdido" para la paz y al que
tampoco invitaron nunca a pisar la Casa Blanca como ministro de Exteriores.
Buenas se�ales, pero de corta duraci�n: a Bush, repetimos, este tema le
interesa bien poco y, seg�n algunos an�lisis en Jerusalem, se le pueden ir
pronto las ganas de impulsar su propio mapa de rutas, si llega antes el
comienzo del a�o electoral, dentro de algunos meses. Entonces, dicen, no habr�
nada que logre presionarlo para que presione a Shar�n.
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