P�gina Principal
Staff
Ultimo Editorial
Ultimo Horizonte en PDF
Ultimos Artículos
Dossiers
La Noticia del Día
Revistas Anteriores
Art�culos Recomendados
Archivo de Art�culos
Links Recomendados
Registro
Contacto
 
 
 

Presiones sobre Bush, para que presione a Israel

La pol�tica de la guerra

Autor: Marcelo   Kisilevski
Es la realpolitik lo que produjo esta guerra con Irak, y es la misma realpolitik la que, despu�s de ella, puede impulsar la paz con los palestinos. Con su mapa de rutas, Bush estar� pagando a Blair por los servicios prestados.

Empecemos por decir lo obvio: esta guerra es ilegal. George Bush no logr� repetir el tr�mite de su padre 12 a�os antes, as� que decidi� dejar la dependencia burocr�tica de un portazo. Con ello, Bush podr�a estar echando por tierra la organizaci�n que naci� precisamente para evitar situaciones como esta. Que el norteamericano no ten�a una causal de guerra clara ya se sabe. No es que mucha gente sesuda vaya a rasgarse las vestiduras con la derrota y ca�da de Saddam Hussein. Tambi�n es cierto que Saddam estaba bicicleteando a los inspectores de la ONU y al resto del mundo con sus trucos. Pero cuanto menos, este estiramiento de cosas, en que Saddam se desnudaba de a poco, como c�scaras de cebolla, evitaba de momento los males de la guerra.

Digamos tambi�n que, para evitarla de verdad, Europa debi� haberse alineado con Estados Unidos en una sola cosa: no en la guerra, sino en la amenaza de tal. Un ejemplo pat�tico es el que representa Jacques Chirac. En Francia ahora se preguntan si no se le fue la mano con su combatividad antinorteamericana. Si al comienzo defendi� el principio de que toda acci�n contra Irak debe ser emprendida desde el marco de la ONU, incluida una guerra, termin� emborrach�ndose con las encuestas de popularidad y se convirti� en el abogado defensor de Saddam Hussein, oponi�ndose a toda posibilidad de opci�n b�lica.

Con ello no hac�a otra cosa que condenar a los inspectores de la ONU al fracaso: si tengo al tonto de Chirac cuid�ndome las espaldas, pensaba Saddam, y al blando de Hans Blix como jefe de los inspectores, cuya �ltima intenci�n en la vida es dar el aval a nada menos que una guerra, no hay ninguna necesidad de desarmarme de veras. No sabemos cu�l es el destino que correr� Blix y toda la ONU con �l. El futuro de Chirac tambi�n es incierto, si permanece fuera del reparto del bot�n cuando termine la contienda. Por las dudas, el franc�s ya ha amenazado a Saddam: si utilizan armas no convencionales en la guerra, Francia entrar� en ella. En otras palabras: despu�s de "quemarme" defendi�ndote con el argumento de que no hay pruebas de la existencia de armas biol�gicas o qu�micas en tu haber, no se te ocurra hacerme quedar como un payaso ante el mundo, desenfundando bacterias o gases.

Pero Chirac estar� en problemas porque su supuesta defensa a ultranza de la paz tuvo dos razones.� Una, presentar una opci�n de contrabalance al poder unipolar de Estados Unidos; la segunda, defender los negocios a futuro, en especial petroleros, con el r�gimen de Saddam Hussein cuando se levantaran las sanciones. Pues, a diferencia de Estados Unidos, Francia (y Alemania, y Rusia) s� es dependiente del petr�leo iraqu�, y los derechos humanos de los pobres iraqu�es tampoco le importan demasiado. Para Estados Unidos el petr�leo es un factor influyente, pero no fue la causal de guerra, como lo siguen leyendo err�neamente desde cierta izquierda simplista y simploide en Europa y Latinoam�rica. Para Estados Unidos se trata de otro inter�s vital: otro cap�tulo en el dise�o de un nuevo orden internacional que tenga a ese pa�s como potencia hegem�nica que fija las reglas de juego. El petr�leo y el dinero son importantes, pero no alcanzan para explicarlo todo. El contrabalance que intent� Europa y su perfilamiento como potencia equilibrante al poder norteamericano, precisamente estimul� la guerra en lugar de tender a evitarla: nadie, ni grupos terroristas ni l�deres europeos, le dir�n a EE.UU., y menos al EE.UU. de George W. Bush, cu�ndo habr� guerra y cu�ndo habr� paz. La guerra es sobre eso, no sobre petr�leo.�

LA DOTE DEL MAPA DE RUTAS

Pero no todos en Estados Unidos son George W. Bush. No es lo mismo la Casa Blanca que el Departamento de Estado, y mucho menos que el Pent�gono. Al Departamento de Estado, por ejemplo, s� le importa mucho lo que pueda opinar y decidir Europa. La situaci�n actual, en la que los norteamericanos debieron ir a la guerra sin sus aliados tradicionales, sin sus socios comerciales, sin sus contrapartes formales en la OTAN, sin sus aliados de la Segunda Guerra Mundial �por los que, por otra parte, se jugaron en su momento-, y junto a los cuales habr�n de seguir formando el rico Primer Mundo, los G8 y dem�s foros opulentos, no es justamente la ideal.

En ese contexto se inscriben los diferentes pronunciamientos del presidente norteamericano y su secretario de Estado en el tema del proceso de paz entre Israel y los palestinos. No es casual que Bush haya se�alado, ya en su famoso discurso de junio, la necesidad de crear un estado palestino, acabar con la ocupaci�n, el terrorismo y los asentamientos. No es que al mandatario le importe el asunto como s� le importaba a Clinton. Pero Bush necesitaba convencer a sus socios europeos de un�rsele en la guerra contra el Afganist�n de los Talib�n. El discurso, aun contra las intenciones de su autor, se convirti� en una piedra angular, seg�n la cual los dem�s actores debieron alinearse.

En ese marco entra tambi�n el "mapa de rutas", el nombre del plan de paz para Medio Oriente a la Bush. Este postula la creaci�n de un estado palestino con fronteras provisorias ya en la primera etapa, seguida del fin del terrorismo, completar la democratizaci�n y descorrupci�n de la Autoridad Palestina y el fin a la construcci�n de asentamientos israel�es en los territorios. Introduce el elemento de la "simultaneidad": al mismo tiempo que ocurre algo del lado palestino, debe producirse algo tambi�n del lado israel�, y viceversa.

En concreto, se trata de un peque�o precio a pagar por sus servicios al premier brit�nico Tony Blair. Pues el l�der ingl�s se ha metido en verdaderos problemas. Al alinearse con Washington en esta lid, perdi� dos bienes: uno, su otrora alta popularidad y tal vez la posibilidad de ser reelecto; dos, ser el l�der de Europa que condujera, junto con Francia y Alemania y encabez�ndolos, la alternativa imperial a la monop�lica Norteam�rica. A tal punto, que surgieron voces en B�lgica llamando a una alianza militar europea que deje fuera a Inglaterra. Lo cual, cuanto menos en t�rminos de envergadura militar, ser�a como una alianza militar en el sub-continente norteamericano que incluyera a M�xico y a Canad� y dejara afuera a Estados Unidos.

Por su propia supervivencia y el lugar que ocupar� luego su pa�s en el mundo post segunda guerra del Golfo, Blair necesita que Europa y Estados Unidos se reconcilien. El alejamiento actual de los dos gigantes, con un pie en Europa y otro en Am�rica, le ha desgarrado a Blair la ingle, y le duele. Por eso la necesidad de un "linkage" entre la guerra en Irak y el conflicto israelo-palestino. Tanto Blair como Bush saben que la ni�a de los ojos de Europa es la soluci�n del problema palestino. Para reconciliar a ambas potencias, Blair trae como dote a los europeos la promesa de Bush de impulsar e incluso imponer a las partes en el conflicto, el mapa de rutas. Ello explica que, desde la reuni�n en las islas Azores donde se decidi� el comienzo de la guerra, e incluso en pleno fragor de una guerra que se extiende, Bush y especialmente Blair repitan en cada ocasi�n que se les presenta, aunque suene totalmente descolgado, que en breve publicar�n el mapa de rutas para Israel y los palestinos. Colin Powell, secretario de Estado, ha ido m�s lejos al afirmar que "luego de la guerra presionaremos fuertemente a Ariel Shar�n". Pues, en su "lista de compras", luego de Saddam Hussein, Bush tiene anotadas a organizaciones terroristas como Ham�s, Jihad Isl�mica y Fataj, incluso a Arafat. Pero, para atraer a Europa, no es problema hacer en la ret�rica que Shar�n siga a Saddam.

MIENTRAS TANTO, EN EL MEDIO ORIENTE

Eso es, ni m�s ni menos, m�sica para los o�dos europeos. Eso, y el nombramiento de Abu Mazen como primer ministro de la Autoridad Palestina. Una de las formas que ha elegido Europa para diferenciarse de EE.UU., como "�rbitro imparcial" a favor de Israel, es el perfilarse como un "�rbitro imparcial" a favor de los palestinos. Sin embargo, en los �ltimos meses, los europeos hab�an empezado a dar muestras de impaciencia para con el l�der palestino. Comenzaron a cansarse del est�mulo al terrorismo y de la corrupci�n de Yasser Arafat, cuyo s�quito roba de los aportes de los "pa�ses donantes" de Oslo, empezando por el dinero europeo, a costa de la construcci�n del estado palestino, y se plegaron a las presiones norteamericanas por reformas en la AP. A trav�s de su representante para el Medio Oriente, Miguel Moratinos, fueron muy concretos con Arafat: o nombra Ud. un primer ministro que tenga atribuciones reales, empezando por el control del dinero, o nos pierde como aliados. El nombramiento de Abu Mazen como primer ministro palestino, pues, tambi�n tiene como trasfondo la guerra con Irak.

Este punto ha colocado a los palestinos en un dilema. Por un lado condenan a Estados Unidos y festejan la resistencia de los iraqu�es contra el demonio imperialista. Por otro, esperan la pronta victoria norteamericana, ya que luego viene justamente el mapa de rutas. De hecho, los pronunciamientos oficiales de la AP han sido m�s que moderados, y las campa�as lanzadas desde las organizaciones del "mainstream" palestino han llamado a la paz y a la solidaridad con el pueblo iraqu�, absteni�ndose cuidadosamente de exagerar su apoyo a la persona de Saddam Hussein. Por ejemplo, han distribuido gu�as telef�nicas iraqu�es y han invitado a los palestinos a elegir un n�mero al azar y llamar para expresar solidaridad con cualquier familia iraqu� en nombre del pueblo palestino. Las manifestaciones turbulentas, en cambio, con quema de banderas norteamericanas y dem�s, han sido convocadas por las organizaciones fundamentalistas isl�micas, en especial Ham�s.

Es lo que ocurre, dicho sea de paso, en todo el mundo �rabe. Incluso la �ltima reuni�n de ministros de Relaciones Exteriores de la Liga �rabe fue otra edici�n de muchas palabras sin acci�n alguna. Liderados por Egipto, los �rabes condenaron la guerra y llamaron a arreglar las disputas por la v�a diplom�tica, pero nada en defensa del r�gimen de Saddam. La preocupaci�n com�n, en cambio, fue por c�mo controlar las manifestaciones que amenazan con desestabilizar reg�menes que necesitan el respaldo norteamericano para sobrevivir. La mayor�a de estos pa�ses est�n en un dilema parecido al de Arafat, y s�lo Kuwait, por razones entendibles, es un�voco en su apoyo a la guerra y a la pronta ca�da del dictador iraqu�.

Mientras tanto, por suerte para sus l�deres, las manifestaciones se moderaron, al contrario que en Europa, Asia oriental o incluso en Estados Unidos. Aun Hizballah, bajo las presiones sirias, se ha abstenido de calentar el l�mite norte de Israel, tal como se tem�a aqu�, e incluso el ej�rcito liban�s ha aumentado sus patrullas en la frontera. Hizballah tambi�n ha comprendido la posici�n de Ir�n, que se opone s�lo a medias tintas a la guerra contra Saddam.

Para Israel, la pr�xima entrega del mapa de rutas de George W. Bush es una buena noticia o buena a medias, depende de qu� lado del mapa pol�tico se encuentre el israel� en cuesti�n. Para la izquierda ser� una noticia m�s que buena, no solamente por su apoyo a cualquier proceso de paz, sino porque dicho plan introduce un elemento hasta ahora ausente: la presencia activa del Cuarteto (EE.UU., la Uni�n Europea, Rusia y la ONU) en la fiscalizaci�n del cumplimiento de las etapas. Hace mucho que buena parte de los israel�es han llegado a la conclusi�n que, solos, israel�es y palestinos no pueden arreglar sus asuntos, y que hace falta una mano que lo imponga desde afuera. Esta lectura optimista dice que si antes se trataba de intentar la paz como una cuesti�n de prestigio para aquellos mediadores internacionales que lo intentaran, hoy se trata, por lo ya explicado, y porque hubo una guerra de por medio, de una cuesti�n obligada de alta realpolitik.

Si el israel� que ve los desarrollos desde lejos, en Irak y en el primer mundo, es en cambio de derecha, los cielos se le aparecen ominosos, precisamente por las mismas razones ligadas a la eventual imposici�n de soluciones desde afuera. Ante el �ltimo anuncio de Colin Powell acerca de las presiones sobre Shar�n para que acepte el mapa de rutas tal como est� y lo implemente a la brevedad, fuentes gubernamentales en Jerusalem reaccionaron: "No podr�n imponerle a Israel un mapa de rutas que no nos resulte aceptable. No pagaremos el precio de la guerra en Irak". Ya desde el comienzo de la contienda b�lica, en la Oficina del Primer Ministro se teme que Bush no cumpla la promesa hecha a Ariel Shar�n, de que podr�a efectuar cambios al mapa de rutas antes de ser presentado a las partes. Uno de esos cambios se refiere al mentado tema de la "simultaneidad": Israel no se opone a que ambos cumplan los t�rminos del acuerdo en paralelo. "Pero esta vez, deben empezar los palestinos", dijo Shar�n. No obstante, ahora, incluso el director de dicha Oficina, Dov Weissglass comienza a preparar a su entorno: "Igual, no tenemos demasiados cambios para hacerle al mapa", se lo escuch� decir en pasillos.

Pero Blair y Europa deben apurarse. Algunas actitudes de Bush son buenas se�ales para una eventual reactivaci�n del proceso de paz: su apoyo al nombramiento de Abu Mazen como primer ministro palestino, la invitaci�n de Condoleezza Rice al mismo para que visite la Casa Blanca cuando Arafat nunca pudo entrevistarse all� con Bush; el entusiasmo de la actual Administraci�n con la designaci�n de Silv�n Shalom como ministro de Relaciones Exteriores israel� en lugar de Biniam�n Netaniahu, al que en Washington consideran "un caso perdido" para la paz y al que tampoco invitaron nunca a pisar la Casa Blanca como ministro de Exteriores. Buenas se�ales, pero de corta duraci�n: a Bush, repetimos, este tema le interesa bien poco y, seg�n algunos an�lisis en Jerusalem, se le pueden ir pronto las ganas de impulsar su propio mapa de rutas, si llega antes el comienzo del a�o electoral, dentro de algunos meses. Entonces, dicen, no habr� nada que logre presionarlo para que presione a Shar�n.